Nada de dietas que nos están matando

Te tengo malas noticias: la dieta que empezaste en Año Nuevo, diciendo que este será “el momento de reinventarme”, que fue el eufemismo con el que quisiste dejar dicho que querías bajar 20 libras, va a fallar. Yo no sé si la dieta va a durar&#8230

Te tengo malas noticias: la dieta que empezaste en Año Nuevo, diciendo que este será “el momento de reinventarme”, que fue el eufemismo con el que quisiste dejar dicho que querías bajar 20 libras, va a fallar. Yo no sé si la dieta va a durar dos semanas o dos meses, pero la realidad es que, como todas las dietas, no va a funcionar.

Las dietas no funcionan porque no están diseñadas para funcionar. Las dietas, contrario a los cambios de regímenes alimenticios paulatinos y de ejercicios moderados y sostenibles a largo plazo, están diseñadas para que las personas, en su gran mayoría las mujeres y niñas, se obsesionen con las pastillas del momento, con las fajas que le funcionaron a la prima de tu amiga y con la dieta que promete hacerte rebajar “sin tener que hacer mucho esfuerzo”.

El feminismo teoriza que en un sistema patriarcal donde las mujeres son subordinadas con respecto a los hombres, a las niñas y mujeres se nos enseña que nuestro cuerpo es un proyecto en constante construcción y reconstrucción. No hay parte del cuerpo de las mujeres que tanto el patriarcado como el capitalismo, no nos quiera vender como dañada, sucia o defectuosa. Desde nuestras uñas que han de ser acrílicas o de gel, hasta nuestras zonas más íntimas que aparentemente necesitan ser “rejuvenecidas” … claro está, estos patrones de belleza no se venden como imposiciones, sino como recomendaciones para nuestro propio empoderamiento.

¿Es que los hombres no tienen uñas también? ¿Y no tienen partes que pueden ser “rejuvenecidas”? No, el proyecto eterno es el cuerpo de nosotras. Para que nos mortifiquemos, vivamos llenas de inseguridades e instrumentalmente, para que en lo que estamos enfocadas en nuestro cuerpo, los grandes cambios políticos, económicos, sociales y culturales ocurran en el mundo exterior.

El feminismo también analiza que esta adoctrinación que recibimos las mujeres y las niñas de obsesionarnos constantemente con la estética de nuestro cuerpo como nuestro proyecto principal, es una manera de mantenernos primero, distraídas del mundo que nos rodea. Segundo, demasiado ocupadas para articular la lucha contra el machismo y el sinnúmero de vejaciones de una sociedad patriarcal. Y tercero, en constante competencia las unas con las otras para ver quién es “la más bonita” … competencia que siempre vamos a perder porque es un imposible, irónicamente, hasta para la que creemos que es “la más bonita”.

Esencialmente, nunca habrá ni feminismo ni sororidad si las mujeres nos la pasamos inseguras y envidiosas de la compañera de trabajo, de las hermanas y de las vecinas que con sus dietas de Año Nuevo están perdiendo más libras que nosotras.

Lo más triste es que cuando no nos matan las mismas dietas por medio de los desórdenes alimenticios y cuando no morimos en la mesa de un cirujano plástico “arreglándonos” los párpados o los muslos, buscando la perfección utópica, nos matan los feminicidios. La República Dominicana es el tercer país de América Latina y el Caribe con la mayor cantidad de homicidios hacia mujeres. En el 2016, los hombres feminicidas mataron mujeres y niñas en nuestro país con pistolas, acuchillándolas, tirándolas de vehículos en movimiento y hasta golpeándolas con un pedazo de block como le ocurrió a Fanny de los Santos Familia, de 34 años de edad, a principios de mayo pasado.

Distraer a las mujeres y a las niñas con los selfies y la constante preocupación de que “pesamos demasiado” ha sido un artilugio bien ingenioso que, a largo plazo, es a nosotras mismas a quienes más daño nos hace.

Mientras más tiempo pasemos mirándonos la barriga, más tiempo perdemos, y ese es un tiempo crucial que podemos utilizar en reflexión y activismo para desarticular el patriarcado y toda la industria que capitaliza las inseguridades con el cuerpo de las mujeres. Esto perjudica a todas las mujeres y va a continuar afectando a las generaciones que vienen después de nosotras, si no nos ponemos las pilas.

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