Si hay un aspecto de la vida diaria en República Dominicana que provocó preocupación en este año que está por finalizar es el incremento de la inseguridad ciudadana impulsado por diversas razones, tanto desde la propia autoridad como por el proceso de deterioro que vive la sociedad.
Nunca se habían puesto de manifiesto tantos actos delincuenciales, principalmente vinculados al narcotráfico, sicariato y lavado de activos como en este año. Y peor aún, nunca como ahora se habían involucrado tantos militares y policías de alto rango, así como acciones de complicidad de parte de sectores del Poder Judicial y del Ministerio Público en algunos tribunales. Esos son casos lamentables y preocupantes, sobre los que las autoridades deberían poner especial atención el próximo año.
La sociedad dominicana se siente preocupada, en parte insegura y desconfianda, por la frecuencia de los actos delictivos y la casi permanente presencia de al menos un agente de la Policía o de las Fuerzas Armadas en complicidad y acción directa del delito.
El próximo 2012 es un año de muchas oportunidades para recomenzar un proceso de transformación real y de enfrentamiento efectivo de los males que nos afectan. Esto así, porque se trata de un año electoral, donde es seguro que habrá un cambio de Presidente, aunque no necesariamente de partido en el Gobierno.
Siempre que se inicia una nueva gestión gubernamental se produce una especie de aceptación de toda clase de medidas, por más impopulares que sean, como forma de dar oportunidad a los nuevos administradores de que presenten opciones de solución a problemas de elevada preocupación social.
Este año hubo grandes logros, importantes avances en diversas áreas, tanto desde el sector público como del privado, pero no hay dudas de que en materia de inseguridad ciudadana se produjo un retroceso que es preciso revertir lo antes posible a partir del 2012.
