Hoy debe ser elegido el secretario de la Liga Municipal Dominicana (LMD). En esta ocasión, sectores del partido gobernante han mostrado interés en asumir esa posición, lo mismo que su más reciente aliado, el Partido Revolucionario Dominicano (PRD). En el pasado, el peledeísmo se la concedía generosamente a sus aliados reformistas, de los cuales se alejaron orgánicamente durante el pasado proceso electoral.
Hay quienes cuestionan el empeño del oficialismo por concentrar más poder mediante el control de la LMD, ya que tiene en sus manos el resto de los poderes políticos. Sin embargo, lo más importante no es en definitiva si la asumen, porque tienen los medios para hacerlo, pues controlan la mayoría de las alcaldías, sino para qué.
Hasta ahora, la LMD ha sido una ínsula utilizada para repartir oportunidades a militantes por servicios prestados. Su rol como asesora de los municipios es una mera formalidad. La municipalidad se ejerce por las decisiones de las salas capitulares y la autoridad de los alcaldes.
En el pasado, la LMD era una expresión del totalitarismo gobernante, que fiscalizaba las operaciones de los municipios. Con las reformas constitucionales, la labor contralora de los municipios ha pasado a la Cámara de Cuentas que dicho sea de paso no tiene capacidad instalada para ejercer plenamente esa función. De modo, que la mayoría de los municipios pequeños son un mundo aparte que pueden ser auditados por denuncias específicas, sospechas de corrupción o aleatoriamente.
Que el PLD se alce también con la Liga será pues más de lo mismo si no lo hace como parte de un proceso de transformación o superación de ese organismo, de modo que contribuya a la mejoría de la gestión municipal. Eso es remoto, si nos atenemos a la práctica del oficialismo.
La otra posibilidad, que el PLD se la conceda a uno de sus aliados, estaríamos ante la perpetuación de la instrumentalización de la misma como agencia de empleos.
Esto es deplorable. Las fuerzas políticas, concebidas para el avance social, para liderar las transformaciones, hacen todo lo contrario. Lo de la LMD es un ejemplo. ¡Qué frustratorio!
