Ante la indiferencia, se impone la lucha

1.- De la misma forma que los árboles necesitan un terreno adecuado para desarrollarse, la especie humana requiere de un medio social en el cual ha de formar su conducta, y la forma de expresarla conforme las normas establecidas. Cada período de…

1.- De la misma forma que los árboles necesitan un terreno adecuado para desarrollarse, la especie humana requiere de un medio social en el cual ha de formar su conducta, y la forma de expresarla conforme las normas establecidas. Cada período de la historia de la humanidad ha tenido su moral, de acuerdo con el régimen económico predominante que guía las actuaciones de los miembros de cada comunidad.

2.- El carácter, la manera o forma de ser define la personalidad del individuo; sus características y particularidades identifican la fibra de que está constituido, y lo marcará en sus actos, en sus relaciones con los demás. Su bien o mal accionar lo individualizará.

3.- Para comprender como actúa hoy la generalidad de los dominicanos y dominicanas, necesariamente debemos tomar en consideración el ambiente donde nos desarrollamos, la educación familiar y escolar, y cuáles son los principios éticos y morales de la sociedad actual.

I.- Actitud de desgano hacia la lucha política y social

4.- El trato diario con muchos de nuestros coterráneos nos está diciendo que estamos en presencia de personas que no tienen solidez, de débil formación personal, dotadas de personalidad inconstante; de pobre firmeza, inclinadas a la flexibilidad, y cambiadizas en sus decisiones.

5.- Abunda en nuestro medio el desvergonzado, dado a ser movedizo cuando sus actuaciones requieren constancia. De ahí que ya la confianza no se deposita con facilidad porque pululan los de proceder ambivalente.

6.- Nos encontremos con sujetos veleidosos que revelan ligereza en sus actos; tienden a portarse erráticos, lo que motiva a ser considerados puras veletas. Semejante proceder es muy propio de los caprichosos e inmotivados porque llegan a manejarse arbitrariamente, como si estuvieran fuera de sí.

7.- La inconstancia está fija en amplios sectores de nuestra sociedad; ha desaparecido el perseverante en sus convicciones; ya no se ve la tenacidad que caracterizó a los jóvenes de ayer, imponiéndose ahora los que demuestran falta de empeño en los fines perseguidos. La facilidad es bien aceptada para lograr todo con el menor esfuerzo.

8.- En el medio nuestro lo dificultoso se ve como imposible de solucionarse; se ha convertido en ideal, propicio, para alcanzarlo todo cómodamente; lo que se trata es de hacer la vida llevadera, manejable; aceptar las situaciones como juegos de niños, cogerlo suave, con ligereza y total placidez.

9.- A cada instante estamos tratando a hombres y mujeres adecuados para no luchar, como si estuvieran hechos para ser blandos, a no enfrentar las adversidades; listos para pulimentar los conflictos sociales, desbaratar cualquier reclamo justo de los oprimidos. En sí, afinan con los buenos y con los malos.

10.- En el medio dominicano cada vez se hace más notoria la presencia de grupos diseñados para hacer de bomberos sociales, tranquilizadores de los que demandan reivindicaciones, aplacadores de revueltas justificadas. Ellos son los que están siempre dispuestos para serenar a los motivados a luchar y vencer.

11.- La situación se torna sumamente adecuada para el pasivo, cansado, perezoso y estimulador de la inactividad. La persona resuelta, siempre decidida, no es bien aceptada por aquellos que son contrarios a enfrentar la triste realidad que padece la gran mayoría de nuestro pueblo.

12.- Aquel que hace el papel de observante del drama nacional, el simple mirón es bienvenido; el que acata y respeta las reglas del orden establecido, nunca va a encontrarse en dificultad; por el contrario, es un ente ejemplo de docilidad y buen ciudadano.

13.- El individuo de temperamento dúctil, el flojo de carácter, es aceptado como amable, cordial y dulce; es visto como almohadillado, adaptado a las circunstancias; su dulzura lo hace pasar como un deseado blandengue del medio en que vive, llegando a convertirse en poca cosa, típico miedica.

14. El que es fofo, moldeable, el papandujo está listo para ser llevado hasta lo más alto como agasajado, finamente piropeado y cargado de zalamerías por aquellos que se benefician de las taras sociales. La adulación alimenta y sirve de bonita diversión a los complacientes y amantes de las lisonjas.

15.- El doblamiento de la conducta está dando buenos resultados a los que aquí demuestran flexura para hacerse simpáticos ante los dueños y señores del poder económico y político. La condición de ser pliegue identifica a los que aquí se han entregado a lo que quiere el otro, el que ejerce dominio sobre los que sin luchar se dan por vencidos.

II.- La dañina aceptación del ordenamiento actual

16.- Sin mucho esfuerzo comprobamos que el espíritu de lucha social se ha perdido en algunas capas sociales que han resignado, sucumbido; están rendidas ante la dura realidad nacional que exige resistencia frente a la opresión material y espiritual. El abatimiento ha hecho posible el dominio de las minorías sobre las grandes mayorías.

17.- La realidad está indicando que el acomodamiento, la inclinación reverente al poder, y la blandura permanente ha contaminado, está influyendo en personas dispuestas a morder el polvo, doblar la cerviz y no revelarse; se sienten mejor arrastrándose que desobedeciendo; la complacencia los ha cautivado, demostrando falta de voluntad propia.

18.- En esta sociedad abundan boquimuelles, los de postura suave como un guante de seda. La maleabilidad y la sumisión van de la mano, y conducen a que se le dé aquiescencia a las decisiones de los que inciden en la voluntad de las personas de manso proceder.

19.- En nuestro país son muchos los que en nombre de llevar la vida fácil idealizan mantenerse recibiendo beneficios sociales, haciendo el papel del mosquita muerta; mansurrones, bonachones y tristes figuras amparadas por el oficialismo; les hace falta honor para avergonzarse por ser parásitos sostenidos, abastecidos, y alimentados profesionales del Estado.

20.- Es común ver a los convertidos en hombres castrados mentalmente, aquellos que se han acomodado al orden establecido, y están prestos a aceptar lo peor, dejar pasar, aguantar sin límites, tener aguante para las humillaciones, decir amén a las burlas que se les hagan y permitir que el país se hunda y no decir ni pío.

21.- En estos momentos, no es sorpresa la gran cantidad de mujeres y hombres que están condicionados en su voluntad, supeditados a lo que quiera cualquiera que tenga poder político; se comportan postrados, subalternos, algo así como accesorios de aquellos a quienes consideran sus superiores, demostrando así su inferioridad.

22.- La reducción a nada de una persona la observamos en el medio social dominicano, en los sirvientes políticos que hacen de descarados y faltos de hidalguía, porque actúan como vivo ejemplo de majaderos y vulgares mentecatos. A los sumisos se les achica la mente cuando están sirviéndoles a su protector; el entendimiento se les nulifica y se mueven como verdaderos adocenados, prosaicos y ramplones.

23.- Lamentablemente hoy, en el mundo político dominicano, están proliferando los que, acomodados a la degradación de la sociedad, poco les importa ser ultrajados, ofendidos o de cualquier forma denostadas; porque han perdido la vergüenza, la vejación no les molesta, y les da lo mismo ser vilipendiados que enaltecidos, ofendidos que elogiados.

24.- El miedo ha hecho posible que algunos dominicanos que ayer demostraron firmeza, hoy, al aceptar la docilidad, se han visto tan empequeñecidos que viven intimidados por su propia sombra; amedrentados, doblegados por temor a pensar en envalentonarse. Los aborregados permanecen suave, sedosos, muy aterciopelados.

25.- En algunos de nuestros compatriotas, luce diluida la disposición a luchar por una sociedad diferente a la que padecemos en el orden social, económico y de decencia; esto se evidencia por la indiferencia, la desatención a ocuparse de eliminar fenómenos dañinos presentes en el ambiente nacional. El relajamiento, el desentenderse de lo que nos afecta a todos y a todas, demuestra que se ha desvanecido el ardor que dominaba ayer, se ha anulado la aspiración a disfrutar de un mejor país.

26.- Se nota la falta de interés por llevar la lucha política al terreno social; el no entusiasmo para que las masas populares se movilicen reclamando, exigiendo reivindicaciones; la disposición a integrarse a la política sin procurar beneficios personales es tímida en amplios sectores de la sociedad dominicana. La energía en procura de los cambios que necesitamos parece agotada; una especie de olvido acomodaticio esta dominando el ambiente, la dejadez está pegada.

27.- La pasión por construir un nuevo orden social, que anteriormente existía en amplios grupos de las capas medias del país, ya no se siente en la mayoría de ellas. Cada quien parece estar apartado de todo, pensando en lo individual, desviado del camino hacia lo colectivo, como si estuviera viviendo en un vacío político y social. Al parecer el estímulo está derribado; nada apasiona, encanta ni motiva. Se observan unidos tristeza y debilidad espiritual, indolencia y frialdad.

Reflexiones

a.- De la misma forma que cada actitud tiene una explicación fruto de la voluntad del actor, las consecuencias sociales también tienen sus causas generadoras en los marcos de una coyuntura presente en una sociedad determinada. El proceder acomodaticio de amplios sectores nacionales explica lo que está ocurriendo con relación a la inacción en el movimiento popular y democrático.

b.- Basta con tener un mínimo de conocimiento de la realidad política nacional para darse cuenta que estamos en una etapa de reflujo del accionar político con sentido de cambios sociales. En los últimos años se nota un descenso de la lucha de masas, las cuales lucen paralizadas partiendo del ascenso que vivieron en épocas pasadas.

c.- No estamos viendo accionar a personas pertenecientes o no a diferentes iniciativas para alcanzar reivindicaciones. Las grandes participaciones de hombres y mujeres del pueblo, levantando sus consignas, son cosas del pasado. El estancamiento es notorio y penoso, porque la paralización impide los cambios que requiere la sociedad dominicana.

d.- Se impone reanudar con bríos las acciones populares; se hace necesario retomar, motivar a lo mejor del país a la lucha social y democrática, a los fines de lograr las transformaciones que necesitamos y merecemos. El anquilosamiento y el embotamiento reflejan insensibilidad, algo de lo que no adolece nuestro pueblo.

e.- Hay que aislar todo aquello que obstaculice, inhiba o pueda hacer colapsar un movimiento cualquiera tendiente al despegue, a la partida de los distintos destacamentos donde están integrados los órganos motrices llamados a ejecutar los cambios que anhelamos y merecemos.

f.- En todo el curso de la humanidad, históricamente las grandes transformaciones han sido obra de los que luchan, de los que piensan en el porvenir y abrazan las causas justas. El momento que vive nuestro país no está para lamentaciones ni quejas; hay que romper con la indiferencia, apatía y pasividad.

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