Unas consecuencias más duras que una roca

La disputa entre la junta de vecinos de Piantini, por un lado, y el Departamento de Planeamiento Urbano del Ayuntamiento del Distrito Nacional, y los promotores de un nuevo hotel a ser construido en la avenida Abraham Lincoln parecería un hecho sin&#8230

La disputa entre la junta de vecinos de Piantini, por un lado, y el Departamento de Planeamiento Urbano del Ayuntamiento del Distrito Nacional, y los promotores de un nuevo hotel a ser construido en la avenida Abraham Lincoln parecería un hecho sin importancia. Sin embargo, en el presente contexto político y social del país, dicho conflicto puede convertirse en un detonante de una lucha más aguda entre la clase media y la clase política.

La cuestión fundamental consiste en determinar si los ciudadanos deben, y pueden decidir cómo desean vivir. En un régimen democrático la respuesta es sencilla: las instituciones deben responder al deseo, e intereses de sus ciudadanos. Pero en nuestro país nada es sencillo, pues las apariencias generalmente no corresponden a la realidad. La incapacidad de nuestras instituciones de efectivamente velar por los intereses de los ciudadanos ha provocado su creciente cuestionamiento.

Tomemos el ejemplo de las decisiones judiciales. En la práctica cotidiana, frecuentemente los tecnicismos se imponen a la implementación de lo verdaderamente justo, y conveniente para la sociedad. Solo así se entiende que hechos de sangre contra personas prominentes, cometidos a la vista de todos, no sean juzgados de manera expedita y severa, debido a interminables reenvíos, justificados por maniobras que solamente resultan “geniales” en un país tropical.

Para comprender mejor la disputa de los vecinos de Piantini con el ayuntamiento, debemos plantear las siguientes preguntas: ¿Tienen los ciudadanos de nuestro país el derecho a decidir el mejor ambiente para desarrollar sus vidas, y educar a sus hijos? ¿Tienen ellos derecho a continuar viviendo en Piantini, o por el contrario, deberán vivir en Las Vegas, Nevada? Después de todo, los norteamericanos fundaron Las Vegas en un desierto, y no en el medio de la Quinta Avenida, de Nueva York. Es decir, el ayuntamiento tiene ante sí una decisión, que llega a los fundamentos de una sociedad democrática, más allá de las consideraciones técnicas.

La clase media de nuestro país está recibiendo lo que sembró: su desprecio por la política y los políticos, por demás miope, la ha llevado al borde de la irrelevancia. Cabe preguntarse si sus representantes electos, en el fondo comulgan con sus valores, y con sus estilos de vida. Pero la clase media no tiene todas las de perder, pues ha comenzado a movilizarse, y su activismo solamente aumentará de recibir esta bofetada moral, de parte de instituciones políticas, cuyas decisiones son cada día más cuestionadas. Este sentimiento de inquietud social podría tornarse más generalizado de ocurrir un previsible ajuste económico, que maltrate a todos, y en especial al ya estropeado estomago de los más pobres. De ser así, las consecuencias podrían resultar más duras que una roca.

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