Raterismo cruel

El cañero que improvisa cada día su puesto de ventas frente a las instalaciones de los medios de comunicación de la calle Dr. Defilló y la procesadora de productos lácteos, de la noche a la mañana llegó arrastrando penosamente su oferta en una&#823

El cañero que improvisa cada día su puesto de ventas frente a las instalaciones de los medios de comunicación de la calle Dr. Defilló y la procesadora de productos lácteos, de la noche a la mañana llegó arrastrando penosamente su oferta en una vieja carretilla.Es que el cañero disponía de un triciclo en perfectas condiciones. Pero no dejaba de ser un pobre transporte de tres ruedas. ¿Por qué el cañero llegó en una carretilla maltrecha? Le contó a su habitual clientela que tres hombres, a punta de pistola, lo despojaron de su triciclo, temprano en la mañana.

Es uno de los indicadores más singulares del nivel de delincuencia que nos azota. En su tipología ratera no tiene límites. Desalmados capaces de asaltar a un vendedor de caña, llevarle el triciclo con todo y mercancía bajo la advertencia de que si se resiste lo matarían.

Robar a mano armada a cualquier hora del día es rutina. Despojan a las personas de objetos que podrían resultar de escaso o de mayor valor. Como si fuese un juego de lo absurdo, pueden matar a potenciales víctimas. Podría decirse que si despojan a una persona de sus zapatos o de un celular barato, un triciclo puede convertirse en una pieza importante. Considere que los delincuentes también disparan al asaltado como castigo “por andar sin dinero”.

Hasta ahí hemos llegado y parece que no tocamos fondo. El delincuente puede ser cualquier tíguere de barrio o un agente policial, que igual puede ser el mismo tíguere de barrio con un arma cargada para uso oficial solamente, pero disponible para otro fin. Por eso a nadie sorprende que una organización de derechos humanos denuncie que en Constanza, donde hay una escasa dotación policial, 15 uniformados hayan sido señalados en acciones delictivas.

Es una verdad que no requiere contrastación: la extendida participación de uniformados en crímenes. Nada más el martes un raso policial fue herido cuando intentó atracar junto a otros individuos a una empleada de una compañía, en el corazón del polígono central del Distrito, a relativa poca distancia de donde asesinaron a Delcy Yapor.

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