¿En qué no complacimos a la OEA y a la CIDH?

Un órgano de la OEA, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), nos incluyó en la “Lista negra” (un término racista), por el alegado maltrato que damos a nuestros hermanos haitianos. Asumo, por la absurda acusación, que es una venganz

Un órgano de la OEA, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), nos incluyó en la “Lista negra” (un término racista), por el alegado maltrato que damos a nuestros hermanos haitianos. Asumo, por la absurda acusación, que es una venganza porque en algo no fuimos complacientes.Ojalá el Secretario General de la OEA, el controversial Luis Almagro y la CIDH, de manera responsable, comprueben si es cierto o no que los dominicanos atropellan y tratan como esclavos a los haitianos.

Si alguien de la OEA o de la CIDH viniera a investigar la realidad: ¿qué encontraría? Imaginemos. Ya en la República Dominicana recorrería ciudades y campos, esperando contemplar a dominicanos rencorosos persiguiendo a haitianos, lanzándoles piedras, humillándolos, sin permitirles caminar libremente por las calles o entrar a lugares exclusivos para dominicanos.

Buscaría pruebas del apartheid caribeño, pero nada encontraría, al contrario, vería a dominicanos y haitianos compartiendo todo, especialmente la sonrisa noble y la miseria, disfrutando la bachata y formando hogares.

Y admiraría la forma en que se relacionan en lo cotidiano, en los negocios y en el trabajo en la construcción y en la agricultura. Y quedaría asombrado al ver cómo se mezclan en los colmados, en el transporte público, en las esquinas, donde venden alimentos… En las zonas rurales observaría lo mismo.

Y si se dirigiera a la frontera, daría constancia de que si no fuera por el idioma y algunos rasgos en la piel, no distinguiría quiénes son unos y otros, pues es como una familia grande, donde todos se entienden y donde son escasos los enfrentamientos entre los ciudadanos de ambas nacionalidades.

Y escribiría en su informe que nunca había visto dos pueblos tan diferentes manteniendo una relación tan normal y pacífica. Pero su asombro sería mayor cuando se entere que los haitianos ilegales tienen los mismos derechos laborales que los dominicanos, que hay miles de sus ciudadanos estudiando en las universidades dominicanas (la mayoría con excelente comportamiento), que reciben gratuitamente atenciones médicas (en especial las parturientas) y que se benefician de los comedores económicos.

Los haitianos también le dirían que cuando en su tierra ocurren catástrofes, como terremotos, huracanes e inundaciones, los primeros en socorrerlos son los dominicanos.
Y al final esa persona le concluiría a la OEA y a la CIDH: “En Haití la natural vía de escape es la República Dominicana, otro país pobre. Si hay problemas, la culpa es de quienes dejaron abandonado al pueblo haitiano y ahora injustamente culpan de esa situación a los dominicanos”.

Por todo ello, yo me pregunto: ¿En qué no complacimos a la OEA y a la CIDH para que ahora estemos en la “Lista negra?”

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