Muere un niño de un balazo accidental: ¿Cómo responder?

DURHAM, Carolina del Norte, EE.UU. (AP) — Amy Pittman aprendió a disimular su dolor el primer día que pasó en la cárcel.

DURHAM, Carolina del Norte, EE.UU. (AP) — Amy Pittman aprendió a disimular su dolor el primer día que pasó en la cárcel.

Apenas llegó, los guardias le sacaron los cordones de sus zapatos para que no tratase de ahorcarse. Si lloraba demasiado o gritaba, pensó que volverían y le sacarían todo lo que tenía: su ropa, una sábana, un cubierto de plástico.

Pero, ¿cómo no gritar y llorar? Diez semanas atrás, Pittman era una madre soltera que trabajaba de noche como cajera de una gasolinera para mantener a sus tres hijos.

Ahora, en esta celda, enfrentaba un juicio penal por no hacer lo suficiente para protegerlos. Se imaginaba a su hijo menor, Christian, de nueve años, en el ataúd. Muerto a manos de su hermano de 12 años, que le pegó accidentalmente un tiro en la espalda.

“En cinco minutos puede cambiar toda tu vida”, dijo Pittman, de 38 años. “Ojalá me hubiese quedado en casa”.

En Estados Unidos balazos accidentales matan un promedio de un niño menor de 12 años por semana. Las circunstancias son casi siempre las mismas: un arma cargada que no ha sido guardada en un lugar seguro, una pequeña distracción de la persona a cargo. Y en prácticamente todos los casos surge la misma pregunta: ¿Quién tiene la culpa? ¿Hay que castigar a alguien?

Una investigación de la USA TODAY Network y la Associated Press reveló que esa pregunta tiene distintas respuestas.

Incidentes casi idénticos tienen desenlaces totalmente diferentes. Un episodio que genera una condena a prisión en un estado puede concluir sin que nadie sea llevado a juicio en otro.

En el 2015, una baby sitter de Carolina del Norte fue acusada de homicidio involuntario en conexión con la muerte de la niña de dos años que estaba cuidando, quien se pegó un tiro con una escopeta que encontró en una mesa. Dos meses después, los fiscales y la policía decidieron no enjuiciar a una niñera de un muchacho de nueve años baleado por su hermano. La mujer se descuidó un momento y los menores encontraron un revólver cargado en su camioneta.

Dos abuelos de Detroit, ambos de 65 años, fueron acusados de homicidio y de posesión ilegal de armas y hubieran podido ser condenados a 17 años de prisión en relación con un episodio en el que su nieta de cinco años encontró una pistola cargada debajo de una almohada y se pegó un tiro en el cuello. En Illinois, una abuela se declaró culpable de una falta menor y fue dejada en libertad condicional luego de que un niño de seis años encontró un revólver en un armario de su habitación y se pegó un tiro.

En los días posteriores a la muerte del hijo de Amy Pittman, en abril del 2014, la decisión en torno al caso recayó en la fiscal asistente de distrito Cindy Kenney. La fiscal opinó que la muerte de Christian no había sido un accidente común y corriente.

Los investigadores dijeron que, además del arma que mató a Christian, se encontró otro revólver debajo de un colchón en una habitación y un rifle en un armario. Hallaron 100 proyectiles en una bolsa marrón y Kenney reveló más tarde a un juez que debajo del cajón con la ropa interior de Pittman “había más municiones”.

En un país donde hay casi tantas armas como personas, no es inusual que se encuentren armas cargadas al alcance de los niños. Un estudio publicado en el 2008 en la revista Health Education Research comprobó que hay armas en una de cada tres casas con niños. En la mitad de esas casas las armas no estaban en sitios seguros. Y una sexta parte de esas armas estaba cargada.

En ese sentido, el accidente en que murió Pittman fue uno de tantos. Lo que lo distinguió, según los fiscales, fue que la mujer debió haber tomado medidas.

Kenny indicó que alguien había llamado a la agencia de protección del menor del condado para decir que los hijos de Pittman correteaban por la calle con armas. Una trabajadora social le advirtió que era ilegal dejar armas al alcance de niños que no están supervisados y le ofreció comprar un seguro para evitar que el arma se dispare. La respuesta de Pittman fue que el condado no debería meterse en sus asuntos.

Pittman cuenta otra historia. Asegura que nunca fue contactada por los servicios sociales y que no sabía que había armas en su casa. Las que había eran de su novio, según ella.

Los fiscales de todo el país dicen que decidir si llevar a juicio a alguien o no nunca es fácil. Los padres están desgarrados por lo sucedido y llevarlos a juicio probablemente no haga mucho por enseñarles a otros a manejar las armas de una forma más segura. En algunos casos, si un padre termina preso, otros hijos pueden quedarse sin la única persona en sus vidas.

Kenny no tuvo que pensarlo mucho. Llevó a Pittman a juicio y tres meses después del accidente la mujer fue hallada culpable de homicidio involuntario y abuso de menores.

Pittman dejó a sus hijos con su abuela y se quedó a esperar que la fuesen a buscar en la casa de una amiga. No los volvería a ver por un año y medio casi.

Periodistas de la USA TODAY Network y de la AP se pasaron meses estudiando informes del Gun Violence Archive (Archivo sobre Violencia con Armas), artículos periodísticos y archivos policiales para examinar los 152 incidentes que hubo del 2014 al 2016 en los que un niño menor de 12 años murió tras pegarse un tiro o ser baleado por otro.

Comprobaron que en la mitad de los casos se formularon cargos penales, generalmente contra los adultos que estaban a cargo de los menores. En los otros casos se determinó que los adultos no habían violado ley alguna o simplemente que habían sufrido lo suficiente. En muchos casos, pocos elementos diferían entre un episodio que dio lugar a un juicio y otro que no.

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