I

Tú eres mi mami
La Familia: Vamos a celebrar la Fiesta de las Madres
Ricardo: ¿Cuándo vienen las Madres?
La Madre: ¡Yo soy la Madre!
Ricardo: ¡Ombe tú no eres las
Madres- Tú eres mi mami.
(Niño de cuatro años)

El comercio, digna actividad de relaciones e intercambio entre los hombres, se ensució las manos, cuando se volvió totalmente materialista e hizo del ganar su única ley.
No podemos permitir que el afán de ganancias ponga sus manos sucias sobre el Día de las Madres y que esta fiesta, tan llena de profundidad humana, se reduzca a la propaganda y competencias entre supermercados y tiendas, esforzados en meternos por los ojos sus objetos.

La madre es el símbolo del amor y de la entrega generosa.

Ella merece, como respuesta, algo más que un regalo comprado a prisa o impuesto por la propaganda.

Cualquier regalo debe llevar el sello de ser algo personal, que se buscó y escogió con cariño.

La casa de la madre se llena de hijos, de besos y obsequios, porque la madre no se fija en el partido político, la ideología o el sistema socioeconómico al que pertenecen sus hijos para amarlos. No los mira con el color de esos lentes que los hombres necesitan, pero que los dividen. Los mira sencillamente con el corazón. En amores, como el de las madres, los hombres vuelven a encontrar la unidad en medio de la diversidad.

Las madres con un hijo loco, criminal o preso, merecen nuestro sincero reconocimiento y la mejor de nuestras felicitaciones por su amor sacrificado que les lleva a nunca abandonar al hijo “problema”. Ellas se sienten, a veces, marginadas socialmente. No saben que solo su fidelidad en el cariño bastaría para rescatar a sus hijos y darles el mejor puesto en la sociedad.

Las madres solteras, viudas o solas, las que con gran esfuerzo buscan para sus criaturas el pan del cuerpo y de la enseñanza, sienten tantas veces el cansancio y el frío de la soledad. Unas veces las anima Dios, otras veces, una voz amiga y el fuego de su amor materno. Y siempre las calienta el abrazo sincero de sus hijos en el día de las Madres y, tal vez, en otros muchos días del año.

Las madres espirituales, esas mujeres que nos llevaron en sus entrañas, pero que nos ofrecieron su cariño materno abnegado y desinteresado, son bendición de la existencia humana por el apoyo moral y económico prestado a tantos seres humanos. En la vida de mucha gente hay una o varias madres espirituales.

La Virgen de la Altagracia es madre espiritual para la inmensa mayoría de los dominicanos.
¡Felicitaciones, Madre
Altagracia!

Ningún hijo habla mal de su madre, de ninguna de sus madres: Madre Patria, Madre Iglesia o Madre Liberación.

Cuando los hombres se tornan egoístas, buscan solo su interés y se pasan el tiempo peleando entre ellos, la Madre Naturaleza se desconcierta y pierde su equilibrio. Así sucede con todas las madres.

Las flores son cada día más caras y más escasas y menos al alcance de todo el mundo. No me extrañaría que pronto la Madre Tierra (no sería la primera vez), enojada, se niegue a seguir pariendo las flores blancas para las madres muertas, y las flores rojas para las madres vivas, hasta que sus flores, sus plantas y sus frutos estén otra vez al alcance de todos los hijos.

El Día de las Madres es un hermoso día para reconciliarse con la madre ofendida y comenzar otra etapa de mejores relaciones. Es también el día indicado para hacer el mejor de los regalos: Un don de la persona misma, arrancar un vicio o cultivar una virtud. Es, sin lugar a duda, el regalo que más agradaría a “Mami”.

(Escrito en mayo 1980. Tomado de mi libro “Antes de un Momento”, Tema 16, Págs. 69-71).

II

Madre y madres

1. El nombre de “madre” es evocador. Despierta en cada hijo una multitud de sentimientos, pensamientos, imágenes, recuerdos, difíciles de describir y diferentes en cada persona.
Como el eco, la palabra “madre” resuena sin cesar en las profundidades del ser humano y su repetición siempre tendrá matices nuevos.

Normalmente, se atribuyen a la madre el amor, el afán, la ternura, la entrega, la abnegación, el sacrificio, la misericordia, el perdón y la fortaleza. Las madres son tiernas, pero no son débiles.

Se cuenta que un hijo, arrastrado por la ira, mató a su madre, le arrancó el corazón y salió corriendo con él entre las manos. Tropezó, cayó y el corazón rodó por tierra. Habló, entonces, el corazón. No recriminó al hijo ni le echó en cara su crimen, solo le dijo: ¿Te has hecho daño, hijo mío?

2. La larga historia del cosmos demuestra que uno de los más grandes y mejor terminado regalo de la creación y de la evolución de la humanidad es la madre. Es un fruto probado y experimentado.

La madre es clave para tener sujetos sanos y equilibrados, para fundamentar pueblos y naciones. Por muchos avances que hayamos logrado en los más diversos órdenes, sobre todo en las últimas décadas, la madre sigue siendo un punto de referencia indiscutible, que garantiza que no se pierda el rumbo de “lo humano” en medio de tantos cambios tecnológicos y culturales.

3. Una de las características de las madres es la fecundidad: comunican el ser. Son generosas, dan vida, la protegen y la defienden.

Por eso, con toda razón, se habla de “la madre tierra”, “la madre naturaleza” y “la madre patria”. También ellas son fecundas, generosas y dan vida. Aunque muchas veces se les maltrata y se les golpea, y se les hace daño, se recuperan y siguen, generosamente, dando frutos. Cuando se les arranca el corazón, sólo atinan a repetir, como toda madre: “¿Te has hecho daño, hijo mío?”. Porque cuando a una madre, a cualquiera de ellas, se le hiere el corazón, uno mismo tropieza, cae y se hace daño. Si no pregúnteselo a la “madre tierra”, “a la madre naturaleza”, o “a la madre patria”.

4. Otra característica de las madres es la espiritualidad, que va más allá de la mera comunicación del ser físico y
carnal.

Por eso, hay también “madres espirituales”. Son aquellas mujeres que, en su generosidad, manifiestan a otros, no nacidos de su sangre ni su carne, los atributos de una madre auténtica. También son ellas una hermoso regalo a la humanidad. Abundan “las madres espirituales”. Son más de las que normalmente se cree.

Entre ellas hay que colocar a las monjas, a las madres adoptivas, a las que trabajan con niños y jóvenes abandonados, a muchas maestras y a las que acogen, de alguna manera, a mucha gente, que cuidan y protegen con su cariño, su compañía y su consejo. La más conocida de las madres espirituales modernas es la Madre Teresa de Calcuta.

Las “madres espirituales” pueden dar seguimiento a muchos hijos al mismo tiempo. Así su fecundidad se multiplica, muchas veces, de manera increíble.

Entre los cristianos, hay una madre espiritual universal, que ocupa un lugar especial en su corazón: María, la Madre de Jesús, el Salvador de todos. Ella cobra un rostro y un nombre particular para cada pueblo. Entre los dominicanos, la identificamos, sobre todo, con el nombre de “Virgen de Altagracia”, “Madre espiritual del pueblo dominicano”, y la apodamos cariñosamente “Tatica”.

5. “Madre sólo hay una”, se suele
decir; y es verdad:

– la madre que te dio el ser
– la madre tierra
– la madre naturaleza
– la madre patria
– la madre espiritual

6. Tan fuerte es el amor de madre, tan grande su dedicación, que, cuando no actúa como es su ser, se dice que “es una madre desnaturalizada”.

Solo el amor de Dios, que creó el corazón de la madre y es ella misma imagen y reflejo del amor divino, supera el amor de la madre. Por eso dice el mismo Dios de sí mismo en las Sagradas Escrituras: “Aunque tu madre te abandone, yo nunca te abandonaré”.

7. Ante la figura excelsa de las madres, brota desde lo más profundo de los hijos, un poema y una canción:

“Venid los moradores del campo y la ciudad
entonemos un himno de intenso amor filial
cantemos a las madres su ternura y su afán
y su noble atributo de abnegación sin par”.
(Doña Trina Moya de Vásquez).
(Mayo 2000. Tomado de mi libro,
“Valores Virtudes”, tema 13, páginas
85-88).

CERTIFICO que en mi trabajo “A las madres con cariño” recojo dos de mis producciones sobre las Madres, justamente de mayo 1980 y mayo 2000, con motivo del Día de las Madres.

DOY FE en Santiago de los Caballeros el veintitrés (23) de mayo del Año del Señor dos mil diecisiete (2017. 

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