“La gente pensaba que uno venía de lindo para acá y no a trabajar”

Ella nació en EE.UU y él vivió más de 30 años en esa nación norteamericana. El nombre de ella es Marisol y él se llama Juan. Llevan el apellido Rodríguez. Son esposos y a los dos les atraen los negocios.Son propietarios del club…

Ella nació en EE.UU y él vivió más de 30 años en esa nación norteamericana. El nombre de ella es Marisol y él se llama Juan. Llevan el apellido Rodríguez. Son esposos y a los dos les atraen los negocios.

Son propietarios del club familiar Paraíso Solymar, ubicado en Bonao. Se trata de un lugar de recreación que conjuga diversas ofertas para disfrute de los visitantes, sean estos de un mismo hogar, grupos de amigos, compañeros de clubes o de trabajo, de iglesias o de asociaciones, entre otros. “Al principio el negocio fue difícil y hubo que sacrificar muchas cosas”, le dice Marisol Rodríguez a elCaribe, que visitó las instalaciones para conocerlas. “Nos daban dos meses para que nos fuéramos de aquí, pero ha funcionado”, agrega, en una conversación que resultó larga pero amena.

“Vivíamos en Estados Unidos y llegamos aquí de retirada, sigue contando, mientras atiende algunos asuntos con la mirada. “Compramos esta tierra aquí para pasar el tiempo y para entretenernos, pero nos estábamos aburriendo sin hacer nada. Después de estar fuera trabajando tanto y venir aquí a estar libre, uno no se acostumbra”, agrega el esposo en otro momento del diálogo.

“Mi esposa me dijo que inventáramos un campamento de niños y empezamos así. Cuando empezamos ella decía que le enviaran 25 o 30 niños para iniciar y resulta que después que los padres venían y veían esto, llegaban aquí hasta 130 niños”, rememora Juan, sin despedirse de una sonrisa que siempre le acompaña. Tiene buen sentido del humor y no se esfuerza en ocultarlo. Es el típico dueño de negocio que si espera una visita no envía un empleado a abrir el portón, lo hace él. “Los padres de los muchachos, cuando venían aquí decían que esto es un paraíso y nos preguntaban por qué no inventábamos también algo para la gente grande, que permitiera a los padres quedarse aquí cuando vinieran a traer sus hijos”, explica Juan.

Generalmente, un emprendedor inicia su actividad con un “granito de arena”. A los esposos Rodríguez la inversión primera le llevó un millón 300 mil pesos. Fue la compra de un terreno entre los años 2003-2004, una época difícil en República Dominicana para invertir, debido a los efectos provocados por una crisis bancaria. “Yo me pregunté por qué me pedían tanto dinero por esta tierra en este monte”, recuerda Juan. Y lo cuenta como un chiste. “La gente decía que yo me estaría volviendo loco para instalar un negocio aquí. Y me hablaban de cómo estaba ese tiempo. La gente creía que uno iba a venir de lindo para acá. Fue a trabajar que vinimos”, expone Juan.

El área donde está ubicado el establecimiento es de 40 tareas. “Ahora si me quisieran comprar esto tienen que venir con un saco de cuartos”, asegura el emprendedor. Cuando Marisol Rodríguez vuelve la mirada al año 2004, resalta el avance logrado en todo el tiempo transcurrido hasta llegar a lo que es hoy Paraíso Solymar.

“Al ver que aquí -en Bonao- no había nada para la familia decidimos abrir esto como una opción. Comenzamos con poca cosa. Teníamos una piscinita chiquita. Abrimos con una cocinita chiquitica, vendiendo hot dog, sándwich y cosas sencillas para que la gente empezara a conocernos. Ni siquiera fue algo tan formal”, cuenta Marisol Rodríguez, soltando por momentos algunas palabras en inglés. Lleva muy pegado ese idioma, resultado de todo el tiempo que estuvo en EE.UU. En República Dominicana, incluso, ha impartido clases (de inglés) en un colegio, en un momento que deseaba ocupar su tiempo.

Aunque la tierra fue adquirida en 2004, en términos concretos fue en 2009 que arrancó el negocio de los Rodríguez, un negocio que tiene gran presencia en las redes sociales (Facebook, Instagram y otros). “Por ahí nos conocen mucho”, dice Marisol. “Nos escriben del extranjero”, agrega Juan. En Paraíso Solymar poco a poco, se van agregando atractivos para complacer a los visitantes. 

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