En el artículo anterior comentamos la iniciativa del Ministerio de Educación (Minerd) y la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI) para impulsar una alianza nacional a fin de que todos los niños dominicanos puedan completar su proceso de Alfabetización Inicial en la edad oportuna -durante el Primer Ciclo del Nivel Primario-.Los estudios establecen que el proceso evolutivo del niño con relación a la adquisición de la lengua escrita debe respetarse si no queremos afectar otros procesos de su desarrollo, que eventualmente impiden el logro de competencias para la vida y el trabajo.
Estas instituciones recientemente convocaron a otras, también preocupadas por los temas educativos, a sumarse a la iniciativa y desarrollar en conjunto una ruta de trabajo que permita reflexionar sobre los principales desafíos que enfrenta el país en el proceso de una Alfabetización Inicial oportuna, identificar las oportunidades con la que cuenta para mejorar este proceso, y motivar otros sectores de la sociedad dominicana que pueden aportar a esta meta. Asimismo, se planteó que desde el espacio de reflexión que se genere, se conozcan prácticas exitosas de la región, se analicen los retos del Minerd en relación a este proceso y se definan prioridades y estrategias de acción (Minerd/ OEI, 2017).
En esta entrega, sólo llamaremos la atención sobre un gran desafío del proceso de Alfabetización oportuno, que tiene que ver con el docente del Primer Ciclo y sus prácticas alfabetizadoras. En febrero, tuvimos acceso a un informe preliminar que elaboró el Minerd a través del Instituto Dominicano de Evaluación e Investigación Educativa (Ideice) sobre la alfabetización inicial desde la perspectiva del maestro de primaria en dos centros educativos, que identificó discrepancias entre los conocimientos teóricos de los maestros y su práctica en el aula. Los maestros persisten en sus prácticas tradicionales, y se les hace difícil asumir el paradigma constructivista tal como lo plantea el Diseño Curricular vigente en el país. Son muchos los esfuerzos de formación que se han hecho en tal sentido, pero no ha bastado, y parece que deben ser articulados y reorientados de manera que se logre un maestro empoderado de concepciones renovadas y prácticas coherentes con éstas.
Ojalá que este “frente alfabetizador” se fortalezca, encare ese reto de primer orden relativo al docente y sus prácticas, y consiga completar con éxito la agenda preliminar trazada, que como explicamos, incluye otros elementos que coadyuvan al logro de la alfabetización inicial oportuna de la niñez dominicana.
