Pureza sacerdotal

Los que tienen la dicha de recibir un llamado superior, están comprometidos a seguir las huellas del Señor y sobre sus pasos milagrosos construir un gigantesco palacio de amor.

Los que tienen la dicha de recibir un llamado superior, están comprometidos a seguir las huellas del Señor y sobre sus pasos milagrosos construir un gigantesco palacio de amor.Sin embargo, el camino es largo, pero la historia está llena de hombres que han decidido responder al llamado de Dios, e invitar al prójimo a ser “pregonero de la buena nueva”.

Con Pedro se inició el primer sacrificio que genera seguirlo, amarlo y sobretodo entrega total. ¿Cómo sabe usted si ha sido llamado al sacerdocio?

Primera señal: “llamada interna”; segunda, “motivación al servicio”, tercera, “aptitud con el Ministerio Pastoral” y cuarta señal, “afirmación de parte de otros”.

Ser sacerdote no está explicado en tener prestigio, estatus o acumulación de bienes, sino en el sentido del amor a Dios, amor a la gente y ofrecer servicio permanente a los demás.

Todo el sacrificio comienza en la adolescencia; cuando entras al Seminario y cuando te separas de tu familia, adquieres nueva familia, en la madurez Sacerdotal.

Madurez, que nos permite recordar con satisfacción al padre Fantino, dedicado al servicio de los más pobres e Ignacio Ozzamec, salesiano, entregado a la educación y al deporte era futbolista.

También a fray Antón de Montesinos, amador del prójimo y defensor de los indios; Luis King, gloria de la montaña ocoeña; monseñor Panal y monseñor Pepén, patriotas que enfrentaron a Trujillo.

Monseñor Flores, formador de formadores; padre Ángel Soto, dedicado a cuidar a sacerdotes ancianos, sin apartarse de su trabajo pastoral; monseñor Nicanor, presidente de la Conferencia del Episcopado, lleno de sencillez.

Monseñor Grullón Estrella con un referente laboral más allá de nuestro país, trabajó tres veranos en la fábrica de automóviles “Mercedes Benz” en Alemania y un verano en un hotel para estudiantes como monitor en Londres.

Monseñor de la Rosa y Carpio trabajador incansable, ahora arzobispo del país.
La pureza sacerdotal, es mucho más que la mención de estos servidores de Dios que murieron sin amasar fortunas y sin los cuales tendríamos en el país un vacío moral verdaderamente descomunal.

Uno era y otros son hombres de Dios y la unción recoge a millares de sacerdotes que citaremos después cardinalmente, porque todos, repetimos, sirvieron y aún sirven a Dios y a la patria con abnegación y pureza. 

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