Habitabilidad y convivencia

La convivencia pacífica es una vocación de la generalidad de los ciudadanos. Sin importar donde se establezcan, tratarán de encontrar las condiciones que les permitan habitar con tranquilidad.

La convivencia pacífica es una vocación de la generalidad de los ciudadanos. Sin importar donde se establezcan, tratarán de encontrar las condiciones que les permitan habitar con tranquilidad.Pero cada vez resulta más difícil alcanzar ese propósito. La inseguridad acecha indiscriminadamente, aunque hay comunidades del Gran Santo Domingo más expuestas a ese fenómeno de estos tiempos.

El grado relativo de urbanización influye de una u otra forma para que sea así. Las precarias condiciones de habitabilidad, desde deficientes o inexistentes servicios, hasta el difícil acceso desde y hacia los mismos confluyen para generar un entorno nada propicio para la convivencia anhelada.

Resulta inevitable asociar esas falencias materiales a potenciales y fácticas situaciones de conflictividad de todo tipo que tienden a terminar en vías de hecho, casi siempre violentas.

Podemos estar pensando en cualquier barriada superpoblada del Gran Santo Domingo, pero el motor que enciende la reflexión son los hechos trágicos más recientes a orillas del río Ozama, concretamente en el lado sur desde el puente de la 17, sea Guachupita o Los Guandules.

Es precisamente la zona que la actual administración ha identificado para ser reestructurada mediante un proyecto orientado a dar un mejor sentido a la habitabilidad de esos pobladores de la Capital.

Sometida ahora al estrés de la inseguridad, recibimos reportes sobre muertes violentas que ni siquiera la presencia aumentada de efectivos policiales y militares ha podido atenuar.

Ante esos hechos, a la institución llamada a prevenirlos o posteriormente investigarlos le resulta difícil una u otra acción. Recientemente, cuando mataron a un capitán del Ejército y a un policía municipal, la uniformada pareció darse por vencida. No encontró una explicación que razonablemente pueda ser aceptada por la sociedad.

La cuestión es que la seguridad es cada vez más lejana en esas comunidades. Quizás el proyecto dirigido a rescatar esos barrios tan vulnerables pueda empezar a devolver la esperanza en que un día puedan alcanzar la tan acariciada convivencia pacífica.

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