Las mujeres campesinas han sido estigmatizadas desde siempre, provocando en la mayoría una especie de complejo que les impide crecer y luchar por derechos tan elementales como la equidad de género o incluso expresarse sin temor ante cualquier situación que no les favorezca.Pero desde hace 30 años hay una que ha revolucionado la forma de pensar de miles en todo el país. Se trata de Juana Ferrer, una defensora de la tierra, la igualdad entre géneros, y los derechos de las mujeres campesinas, que comenzó su lucha a los 14 años y desde entonces ha cambiado la vida de más de 10 mil mujeres en 112 municipios de siete provincias del país, a través de la Confederación Nacional de Mujeres del Campo (Conamuca), entidad que fundó en 1980.
Esta organización es el primer colectivo de mujeres campesinas en América Latina y El Caribe. Es un espacio reivindicativo de mujeres trabajadoras del campo, que tiene como misión la cobertura nacional de los derechos de las féminas en todas las etapas de su vida.
Su militancia a muy temprana edad en varios espacios de organizaciones comunitarias y políticas, han permitido que Ferrer realice importantes aportes a la gente del campo, sobre todo a los jóvenes y las mujeres, como el caso del apoyo a la formación y capacitación para su derecho integral en la búsqueda de soluciones concretas de las comunidades.
Ferrer promueve la construcción de un modelo de sociedad basado en equidad, que represente los intereses sociales, políticos, económicos, jurídicos y culturales de las mujeres campesinas para fortalecer la recuperación de la agricultura familiar que garantice la seguridad alimentaria, protección al medio ambiente y el desarrollo de mercados locales.
Juana nació en Nizao, una comunidad rural de la provincia de San Cristóbal. “Mi origen campesino, además de ser mujer y de provenir de una familia muy pobre, me dieron los motivos suficientes para trabajar por las campesinas, por un compromiso político y moral y por mi convicción del derecho que tenemos los pueblos a la libertad y a la equidad”.
“Pero hay que aceptar que nosotras tenemos una doble problemática. Ser del campo, y ser mujer. Porque siempre se han tenido a menos las que venimos de espacios rurales. Creen que por venir del campo valemos menos. Pero eso no es así. Las mujeres campesinas nos hemos empoderado, porque ese trato marginal que muchos tienen hacia nosotras nos cansó”, cuenta.
“Comencé mi lucha por la situación que veía en mi comunidad. Por ejemplo, las mujeres eran maltratas por los hombres, debían cargar el agua, incluso para que su esposo se bañara, también administraban la casa, pero a cambio recibían un trato inaceptable, marginal”, continúa.
A través de Conamuca, Ferrer realizó el primer congreso de mujeres campesinas movilizando 12 mil mujeres, asimismo formó la Escuela de Líderes, para el relevo generacional del campo, y en 1997, impulsó la modificación al Código Agrario para que la mujer tenga acceso a la tierra.
Las provincias en donde desarrolla sus proyectos son Espaillat, Santiago, Monte Plata, San Cristóbal, Peravia, San Juan de la Maguana y Elías Piña, que ha resultado en 31,780 familias del campo beneficiadas, puntualmente 158,900 personas y 227 asociaciones.
Ferrer gestionó un programa de alfabetización en las provincias Monte Plata y San Cristóbal, y otro con la FAO de siembra y producción de yuca en la provincia Espaillat y San Juan de la Maguana, con el cual favoreció a más de 600 mujeres.
Pudo asimismo aportar con sus ideas a la construcción del Centro de Formación en la provincia San Cristóbal, el cual funciona como sede de capacitación en los diversos programas con capacidad de alojamiento para 200 personas, igualmente la gestión del Programa Solidaridad Mundial Soberanía Alimentaria a través de la capacitación técnico profesional y una Escuela Agroecológica en Monte Plata.
Por todo esto, Juana Ferrer fue reconocida el pasado mes como la segunda finalista de la tercera edición de Mujeres que Cambian el Mundo, una premiación realizada por el Banco BHD León.
“Me siento orgullosa, llena de alegría. El solo hecho de que me tomaran en cuenta, es motivo suficiente para seguir contribuyendo con la defensa de los derechos de nuestras campesinas, aunque es un tema que casi nadie quiere tocar, pero nosotras sí”, puntualiza al respecto.
“Cambió nuestro mundo”
Catalina Lora, campesina de la provincia Elías Piña, recuerda que antes de la llegada de Ferrer, la comunidad donde reside vivía con mucha precariedad, “pero más las mujeres, porque teníamos que hacer siempre lo que decían nuestros maridos, aunque no estuviéramos de acuerdo, o no quisiéramos. Pero ella nos enseñó cuáles son los derechos que tenemos. Así que nos motivó a exigir por ejemplo respeto, a decir las cosas sin temor y a tener más seguridad. Ella cambió nuestro mundo”.
Asegura que con los programas de educación que desarrolla Ferrer han podido mejorar su situación social y económica, porque tienen más oportunidades, “sobre todo nuestras hijas”.
Su apoyo está enfocado más en las mujeres
Su liderazgo también ha resultado en logros como la gestión de caminos vecinales y acueductos de la provincia Elías Piña, de la mano de Ingenieros sin Fronteras. También la realización de un proyecto de parcelas demostrativas que impactó a 90 mujeres de la provincia de San Juan de la Maguana.
Otro de los proyectos más destacados de Ferrer es la Escuela de Formación Política, apoyada por InteRed, ONG especializada en educación y género, y cofinanciada con fondos de la Unión Europea, que ha formado a cientos de mujeres que se interesan por incursionar en el ámbito político del país o aspiran a estar en un puesto gerencial de mando. Pudo asimismo aportar con sus ideas a la construcción del Centro de Formación en la provincia San Cristóbal.
