Buena medida, aún falta

Ayer el gobierno retiró del delta de los ríos Ozama e Isabela la última de las embarcaciones que eran sometidas a desguaces. Fue una campaña impulsada por el Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales a partir de la resolución número 13-2016, con la colaboración de la Autoridad Portuaria Dominicana y la Armada.

Buena medida, aún falta. el gobierno retiró del delta de los ríos Ozama e Isabela la última de las embarcaciones que eran sometidas a desguaces.

Ayer el gobierno retiró del delta de los ríos Ozama e Isabela la última de las embarcaciones que eran sometidas a desguaces. Fue una campaña impulsada por el Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales a partir de la resolución número 13-2016, con la colaboración de la Autoridad Portuaria Dominicana y la Armada.

Previamente, el Poder Ejecutivo había declarado de alto interés y prioridad nacional la “rehabilitación, saneamiento, preservación y uso sostenible de la cuenca alta, media y baja” de esos ríos, mediante el decreto 260-14.

Debe reconocerse que la labor de limpieza en lo que concierne a los desguaces se ejecutó en corto tiempo, en un país donde los procesos son interminables, por burocracia, falta de voluntad o por inoperancia.

Pero la labor de rescate verdadero no termina. Está en construcción la planta de tratamiento de aguas residuales para el 50% de la población del Gran Santo Domingo, lo que impactará positivamente.

Todo eso es bueno. Pero no será suficiente. Los ríos Isabela y Ozama sufren demasiadas agresiones en todo su curso. Las descargas residuales del vertedero de Duquesa sobre el primero es una enormidad. Asimismo, dos cementerios fueron autorizados en su ruta. Nadie habla de eso.

En el recorrido desde Yamasá, el Ozama igual recibe embestidas de toda clase. Granjas de pollos, pocilgas y hatos ganaderos terminan en su cauce.

Aunque el gobierno se empeña en limpiarlos en su parte baja, se desconoce qué impulsa desde sus nacimientos y durante el curso de cada río. Afortunadamente, todavía la densidad poblacional sobre el Ozama no es alta aguas arriba, pero los vertidos de origen agropecuario y desechos provenientes de algunos poblados causan graves daños. Y no hablamos sólo del cauce principal, sino de todos los afluentes que lo alimentan.

Está bien cuanto se hace en la parte cercana a la desembocadura, pero falta una política dirigida hacia sus fuentes originarias. Esa parte del decreto 260-14 requiere más que un empujón. Una campaña sistemática de protección.

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