El PLD y las tres causales de su tumba

El grupismo, el amiguismo y el nepotismo. El PLD de hoy, o llamado por algunos el moderno, representa la expresión perfecta del anti propósito de su fundador Juan Bosch. El producto inviable, que como realidad política tenemos en nada responde a la concepción originaria de su artífice e ideólogo

El grupismo, el amiguismo y el nepotismo. El PLD de hoy, o llamado por algunos el moderno, representa la expresión perfecta del anti propósito de su fundador Juan Bosch. El producto inviable, que como realidad política tenemos en nada responde a la concepción originaria de su artífice e ideólogo. Nadie puede dudar que desde la fundación del Partido de la Liberación Dominicana en 1973 hasta 1990, su crecimiento en calidad y cantidad política, fue sostenido y único en la historia política dominicana y de América Latina: con una doctrina y una teoría específica, con un método y una organización propia, dotado de estructuras con disciplina y metodológicamente y políticamente bien conducido.

El esperpento político gestado y establecido por la nueva y moderna dirección del PLD en el VI Congreso de 2001, es lo que en medicina suele llamarse como óbito fetal, forma en como se denomina a la muerte fetal en el útero materno antes de su nacimiento. El PLD del inmovilismo, atrapado hoy, por guetos familiares, grupos corporativos y un favoritismo degradante, decretó la muerte de los organismos como forma de existencia de lo que hoy existe; además, también, la desaparición de la identidad y el derrumbe total de todo sentido de colectividad política. Este PLD nacido de la apertura surgió en estado de óbito fetal, con un mal de origen, que le hacía inviable por necesidad.
El fenómeno de los partidos políticos dominicanos con el llamado coalicionismo(alianzas), que tiene su punto culminante, no así su origen; en el Frente Patriótico de 1996, es lo más parecido a lo vivido por los partidos políticos en Europa en el siglo XIX con el fenómeno atribuido a la Crisis del Liberalismo Europeo, que Guido de Ruggiero, define en su texto de la siguiente manera: “ El coalicionismo será siempre, en cierta medida, inevitable, pero en vez de estática y estancada unión de las fuerzas más dispares, que anula toda función de control y de crítica y embota la sensibilidad política de los gobernados y los gobernantes pueden, sin duda, dar lugar a coaliciones parciales, suficientemente homogéneas y uniformes como las que quepa organizar dentro de las derechas, de las izquierdas o del centro, en forma que cada una de ellas funcione como partido único, restableciendo así el juego de las oposiciones”, fin de la cita. (de Ruggiero, Guido. Historia del Liberalismo Europeo, Editorial Camares 2005, pág. 440)

Lo extraño del panorama morado, para los que hemos sustentado una posición crítica, es que sus zacateclas, los que diseñaron su mortaja y quienes ordenaron un ataúd petrificado y blindado de apertura, estén sorprendidos porque el muerto está en la zanja y no queda de otra que enterrarlo en la tumba del danilismo. La única voz de dirigente alguno, que se levantó cuando esto comenzó en 1998 fue la del Dr. Franklin Almeyda, reclamando en esa ocasión volver a las esencias y a los orígenes del PLD, por lo que hoy tiene la autoridad moral suficiente de seguir haciéndolo.
Las tres causales, no del código penal, sino, de la destrucción del PLD, muy bien desarrollada por el danilismo son: El amiguismo como regla de oro, el transfuguismo grupista y, el nepotismo como vía antipartidaria, en la que cualquier nieto es más que el más sacrificado de los dirigentes. De esta plaga dentro y fuera del PLD, sólo nos salva una ley de Partidos y de Régimen Electoral que sancione el delito político y electoral y la negación de la democracia interna. Además, debe contener, esta nueva ley, vías procesales que garanticen primarias y renovación en todos los estamentos de las estructuras partidarias con padrones propios y cerrados, y sobre todo, calendarios no simultáneos, para hacer que se manifieste la verdad y realidad de la partidocracia dominicana.

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