Criticar, ser criticados, pan de cada día. Nos disgusta recibir críticas pero es inevitable. Nos critican porque criticamos, sea porque estamos internamente mal y lo reflejamos “acabando” al otro o porque sentimos sincero deseo de contribuir a que éste mejore. En las relaciones una actitud inconsciente con las críticas fomenta conflicto. Las recomendaciones de la autora Harriet Lerner en su libro “Por qué no te disculparás” están orientadas a que pequeñas peleas no erosionen el respeto y la consideración mutuos. La premisa inicial es hacer consciencia de que cuando somos criticados entramos automáticamente en modo defensivo –me pegas, te pego-. Ese reconocimiento auspiciará reacciones más controladas, menos emocionales. Nos inclina a respirar y calmarnos, hacia discutir la diferencia con adecuado entendimiento.

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