Obra maestra con guión y dirección de Darren Aronofsky. Con metáforas de asuntos bíblicos alusivos a Adán y Eva, Caín y Abel, Jesucristo y la creación del mundo, y con símiles al fanatismo religioso, es lo que hay que tomar en cuenta para entender (de otra manera ni con cucharita a la boca), pues es un complejo -y nada fácil de deducir- entramado de la historia de una pareja que vive en una cabaña en medio de una planicie sin vecinos a la vista, donde ella repara aquella vivienda de los efectos de un incendio y él es un poeta que trata de disipar un fugaz bloqueo de inspiración. A lo largo de todo el filme se llaman por apodos. Ambos van a tener dos sorpresas que le da una la vuelta radical as sus rutinarias vidas -pero hasta ahí contamos para no matar el gallo en la funda-. Sí avisamos que estamos ante un filme que no es para público acostumbrado al cine comercial de terror (aunque es terrorífico), ni de acción (aunque tiene un huracán narrativo que es característica de este director autor de Requiem para un sueño, Cisne Negro, PI, recordemos), y es –voy con los piropos-: fatigoso, agónico, sin lógica, áspero, que se termina por hacer en nuestra cabeza sin darnos tiempo a cualquier apacible distracción, gracias a esos decires e imágenes que se nos pegan a la memoria por más tiempo del debido. Las actuaciones de Jennifer Lawrence, Javier Bardem, Ed Harris, Michelle Pfeiffer, con personajes envueltos en la típica narrativa turbulenta del sofocante mundo aronofskyano y sus idiosincrasias visuales. Impecable en el guión y su puesta en escena con justificados planos-secuencia, claustrofóbicos planos pegados al rostro como si quisieran hacernos penetrar en la psiquis de los personajes; alegóricos en las creencias y en el diálogo de sordos como si de una Torre de Babel se tratara. Sin esos antecedentes bíblicos difícilmente se construye esa trama tan aparentemente sencilla de una pareja que planea una vida fuera de la ciudad; y son las ideas director las que fusionan todo formando un amargo berenjenal con simbolismos insólitos, todo lo cual brinda excelente espacio a los actores y actrices en un juego escénico en el que nos sumergen. Es un filme que nos dice que el cine no es solamente para distraer y divertir y que, en todo caso, es para emocionar e impactar con desasosiegos. l

**** Género: Thriller psicológico. Duración: 121 minutos.

Posted in Crítica Cine, Opiniones

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