Todo lo que comenzó, bien o mal, tuvo un principio. En el libro de Job, vemos con aliento el sabio consejo de nunca menospreciar los principios pequeños, dice :“Aunque tu principio haya sido insignificante, con todo, tu final aumentará sobremanera”.​ ​ Esforzarse y creer contra pronósticos es la primera razón para obtener grandes recompensas; nada terminará bien sin al menos comenzar, debes primero emprender la marcha para poder entrar al camino que Dios te ha invitado a proseguir. Comenzar significa romper la barrera de la inercia, ingresar a la comunidad de los atrevidos y barrer con el temor. Todos, grandes o pequeños, novatos o veteranos, experimentamos la misma cantidad de temor, la diferencia la hacen quienes por fe ven el final desde el principio y le sonríen.

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