En los últimos meses la sociedad dominicana ha estado profundamente afectada por un crecimiento de los niveles de criminalidad y delincuencia. Una peligrosa cultura de violencia ha impregnado una parte importante del alma dominicana y es tiempo de que la sociedad completa junto con el estado, empiecen a desarrollar políticas públicas y acciones ciudadanas más efectivas para enfrentar ese flagelo.

La violencia y la criminalidad no se lograrán disminuir con una política de eliminación de los delincuentes. Eso es actuar frente a las consecuencias, y la clave está en enfrentar las causas del fenómeno. Y las causas son diversas. De acuerdo a un estudio del Banco Mundial, en América Latina toda sociedad que logra un gran desarrollo económico tiene como elemento colateral un crecimiento de sus niveles de violencia y criminalidad. Y una muestra lo constituyen los tres países que han tenido las economías más fuertes, Brasil, México y Venezuela.

La economía dominicana ha tenido un crecimiento vigoroso durante los últimos tres lustros, que ha sido un modelo para América Latina. Y tal y como ha demostrado el BM, eso ha traído consigo un crecimiento de los niveles de criminalidad y delincuencia. Una cultura de violencia está corroyendo los cimientos de ese desarrollo que hemos alcanzado los dominicanos. Los valores morales y éticos se han perdido en una parte considerable de nuestra sociedad.

Es por ello, que tanto el Estado como la sociedad, debemos desarrollar una serie de acciones para construir una cultura de paz. Eso implica que tanto la policía, los organismos investigativos y la justicia deben seguir jugando un papel más efectivo en la persecución y condena de delincuentes y criminales, frenar la corrupción y la impunidad, pero ya es hora de que la sociedad y el Estado desarrollen políticas más amplias y efectivas par construir una cultura de paz, fundamentalmente entre nuestros niños y jóvenes.

Esa cultura de paz se construye educando en la familia y en la escuela a nuestros niños y jóvenes teniendo como base los valores, el respeto, el valor de servir, enseñarles a los varones que deben respetar a las mujeres, y a las hembras enseñarles a respetar a los hombres.

Esa siembra de valores debe llevar a enseñarles a nuestros niños y niñas a practicar los buenos modales, a ser justos, honestos y transparentes, a respetar las leyes, valorar el trabajo y saber que todo tiene sacrificios, que el dinero que llega fácil genera situaciones difíciles, que pueden llevar a la cárcel o a la muerte. Ese proceso debe también conllevar la regulación de la violencia en los medios de comunicación y estimular a que estos contribuyan a sembrar valores. El Estado debe regular los programas llenos de violencia, hacer campañas de valores de manera permanente.

Asimismo, los medios y el Estado deben estimular, premiar y difundir las buenas acciones. No solo darle valor a los hechos violentos que generan noticias y titulares. Difundir reportajes y campañas de comunicación con el policía que cumple, con el servidor público honesto, con la madre sola que ha sido capaz de graduar varios hijos, con el joven que viene de la pobreza y llega a profesional y es un modelo. En fin, dar los pasos de lugar para sentar las bases de una cultura de paz en la sociedad dominicana.

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