El término apocalipsis es preferible a armagedón para aludir a un conflicto o catástrofe que implica exterminio o una gran devastación.

Resulta cada vez más frecuente encontrar este término en los medios de comunicación: «Una baja población de insectos voladores desencadenaría un Armagedón ecológico», «Obama preparaba un Armagedón digital en Rusia» o «La drámática crisis entre los dos superpoderes a causa de una isla del Caribe casi condujo hasta el Armageddon nuclear».

Armagedón es la denominación del lugar en el que se supone que se librará la batalla entre el bien y el mal en los últimos días del mundo, según el libro bíblico del Apocalipsis. Se emplea en ocasiones con el sentido figurado de ‘catástrofe o conflicto apocalíptico y devastador’, probablemente por calco del inglés. Sin embargo, en español ya existe la voz apocalipsis, definida en el Diccionario académico como ‘situación catastrófica, ocasionada por agentes naturales o humanos, que evoca la imagen de la destrucción total’.

Por ello, en los ejemplos anteriores habría sido mejor escribir «Una baja población de insectos voladores desencadenaría un apocalipsis ecológico», «Obama preparaba un apocalisis digital en Rusia» y «La drámática crisis entre los dos superpoderes a causa de una isla del Caribe casi condujo hasta el apocalipsis nuclear».

Si, no obstante, se desea emplear armagedón con este valor, conviene recordar que, al dejar de remitir al lugar bíblico, pasa a ser un nombre común y se escribe preferentemente en minúscula, al igual que apocalipsis, y que se escribe con una sola d y con tilde, no armageddon ni Armageddon. La pronunciación recomendada, en consecuencia, es /armajedón/, mejor que /armaguédon/ o /armaguedón/, como se dice en ocasiones.

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