En 2015, la emprendedora decidió que podía incursionar en un negocio, y de pasó, evitar el uso de los intermediarios

En la provincia Hato Mayor, Deyanira Solano no necesita presentación. Se le conoce como una muchacha emprendedora, que cada día le imprime mucho más valor al cacao y una amante del trabajo y la innovación.

Es la administradora de Chocosol, una empresa que elabora chocolate rústico orgánico en bola, vino de cacao orgánico (con o sin azúcar), y cocoa amarga, que es prácticamente el cacao puro molido. A Deyanira también se le ocurrió elaborar almendras de cacao caramelizadas, que son semillas de la fruta, tostadas y cubiertas de un poco de azúcar, especiales para los snacks; manteca de cacao y mermelada de cacao. Esto último lo hace con la baba blanca del cacao cuando está en el proceso de maduración. Es un subproducto para ventas rápidas, que Deyanira hace cuando se está cortando el cacao en las fincas.
“La idea de todo esto me surgió en el año 2015, cuando mi papá comenzó a exportar cacao a través de un intermediario, y cuando comencé a tomar en cuenta que venían ciertos compradores-exportadores a esta y otras zonas productoras de cacao en el país”, explica la emprendedora al equipo de elCaribe que la visitó. “Esos compradores se llevan nuestro cacao a Centroamérica y a Europa. Compran el producto como materia prima para chocolate (…) Se lo llevan a otros países y luego lo que recibimos es chocolatines con un por ciento alto de azúcar, que tenemos que pagar a un gran costo”, dice la administradora de Chocosol.

Y agrega que, luego de esos análisis, decidió que era mejor aprovechar ese nicho, ella y su familia, los productos a base de cacao, aunque inicialmente solo pudieran arrancar con prototipos de chocolates rústicos para después ir mejorándolos. Pero el proyecto de Deyanira va más allá del simple aprovechamiento de la producción de cacao de la finca de su padre y de otros cacaocultores de la zona. “La idea de esto es también que haya inclusión social, invitando a los hijos de los cultivadores de cacao a que vengan a trabajar con nosotros cuando tenemos grandes pedidos”, indica.

Lo que ha hecho Deyanira es crear una fuente de empleos con su pequeña empresa y que eso vaya cada día subiendo. “Buscamos disminuir migración de los talentos de campo a la ciudad. La visión de este proyecto para cuando crezca es principalmente esa, además de fortalecer la marca país, poder exportar nuestros productos terminados hacia otros destinos y que la gente conozca lo que se puede hacer con el cacao dominicano”, plantea en una conversación que se da en los almacenes de Solano Comercial, un negocio propiedad de su padre.

“Cuando mi papá comenzó a exportar cacao, el intermediario llenaba los contenedores aquí mismo, se llevaba eso a otros destinos y luego recibíamos una paga que no se correspondía con lo que debíamos percibir. Nosotros podemos recibir más y lo podemos hacer a través de estos productos que yo hago. Hay muchos mercados a nivel internacional que estarían interesados en que estos productos les lleguen”, plantea, mientras alguien se acerca a referirle algo sobre el desenvolvimiento de las ventas. El cacao que usa Deyanira en Chocosol procede de la finca de su padre y de otros propiedades. Deyanira –como pasa con otros emprendedores- inició con poco dinero en las manos. Su capital inicial fueron unos RD$8,000, con lo que pudo hacer una barrica de vino y de eso producir 250 botellas, que posteriormente vendió a RD$250.

¿Y qué tanto has logrado multiplicar esos ocho mil pesos? Le pregunta elCaribe. “Bueno, muchísimo. Después de eso, el capital va por 200 mil pesos, porque luego que se vendió la primera barrica de vino, se iniciaron pedidos en el área turística, que es un punto que va acorde con este tipo de proyecto”, responde. Y agrega que el turista cuando visita el país quiere llevarse algo de lo local.

Competencias de las que siempre sale bien parada

En 2016, Deyanira participó en una competencia de planes de negocios universitarios del Ministerio de Educación Superior, del que recibió un capital semilla de RD$150,000. Le han entregado RD$125,000. “Gracias a ese dinero, compramos tres máquinas que nos ayudan a pulverizar el cacao luego de tostado. Vamos bien con el aporte que ellos nos han dado”, indica.

Recientemente, ganó otro capital semilla de RD$100,000 en el Laboratorio 50H, por la obtención del primer lugar de un concurso. Deyanira, a simple vista, luce tímida, pero sabe comercializar lo que hace. “Los turistas buscan productos como los míos y el nicho de mercado que más nos compra está en Punta Cana, que son los Gift Shop o tiendas de regalo”, sostiene. Y agrega que las plantaciones de las que se extrae el cacao para elaborar los productos finales son orgánicos.

Deyanira vende a “Cosas del País”, ubicada en supermercados de la capital; en Punto Dominicano, a Sabor Dominicano, que distribuye a las tiendas de hoteles turísticos, y a Choco-Museos de la Zona Colonial y Punta Cana. La mayoría de los productos los hace en la casa. En diciembre abrirá un local.

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