La cebolla caramelizada, frita o cruda puede condimentar cualquier tipo de plato. Ya sea roja, blanca, amarilla o de otra variedad, la cebolla, además de ser altamente nutritiva, es un ingrediente muy versátil a la hora de preparar alimentos y bebidas como son ensaladas, tortillas, carnes, sopas, infusiones, salsas, sándwiches, arroz y tés.

Como el ajo, es miembro de la familia de las liliáceas, que se caracterizan por su fuerte olor y sabor.

La cebolla contiene propiedades nutricionales como vitaminas y sales minerales, azufre, fósforo, hierro, calcio, sodio y magnesio, lo que la hace un alimento altamente recomendable para combatir, por ejemplo, las afecciones respiratorias, tales como tos, catarro, resfrío, gripe o bronquitis.

Tanto cruda como cocida, también ayuda en casos de estreñimiento. Por ser un gran desinfectante, comerla cruda ayuda a proteger contra enfermedades infecciosas. Sus propiedades depurativas y desinfectantes son ideales para personas con diabetes, ya que la cebolla ayuda a depurar la sangre, eliminando impurezas y ayudando a fortalecer las defensas.

De igual forma, la cebolla es diurética, estimula al riñón a eliminar toxinas y líquido; es depurativa, combate el estreñimiento intestinal y reduce el colesterol al igual que los triglicéridos, incluso, ayuda a controlar la hiperglucemia.

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