Todos sabemos que propuestas como las de la diputada opositora Faride Raful o la de la organización Oxfam, sobre eliminación de dependencias estatales inútiles o sobrantes o prescindibles, son eminentemente idealistas, no obstante concretas y correctas, por su inviabilidad política. En nuestro país el gobierno es el mayor empleador y con nómina extra para cubrir la política clientelar. Un decoroso achicamiento del Estado es irrealizable por el costo político y aunque el ministro de Administración Pública, Ramón Ventura Camejo anuncia un seminario para tratar la cuestión al cual invitarán a la propia Raful, será un ejercicio retórico como otros conocidos, para discutir y expresarnos haciendo honor a nuestra democracia tropical y luego todo al olvido por falta de voluntad política.

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