La actriz y directora explica cómo transcurrió su proceso de formación en Moscú y recuerda las diferencias de hacer cine antes y después de la leyDesde los primeros años de su vida, María Castillo dio muestra de su inclinación por la actuación.

Al principio, y siendo aún muy pequeña, declamaba en un escenario que bien podía ser la acera de la casa del vecino, el salón de clases o en un programa de televisión.

El paso del tiempo no le hizo perder su dirección, al contrario, incrementó sus esfuerzos para alcanzar su sueños. Se empeñó en profundizar los estudios de actuación y dirección con el objetivo de poder ofrecer un trabajo de alta calidad profesional. A pesar de que es ahora, luego de que entrara en vigencia la Ley de Cine, cuando el séptimo arte en República Dominicana goza de apoyo económico, a ella le tocó trabajar en los primeros años, cuando quienes se aventuraban en la travesía lo hacían por amor al arte.

En esta coversación recuerda las dificultades que enfrentó el equipo que trabajó en la película “Pasaje de Ida”, de Agliberto Meléndez, del cual ella formaba parte, y no puede evitar hacer comparaciones entre aquella época de carencias y ausencia de recursos y las actuales condiciones y la bonanza que caracteriza a los set de filmación. Para Castillo, el tiempo que vivió en Moscú fue la base sobre la que se edificó la profesional de la actuación y la dirección en la que los años de experiencia la han convertido.

1. Familia unida

Nací en San Juan de la Maguana, aunque nunca viví allá, porque mi padre es banilejo y mi madre es de Las Matas de Farfán. Soy hija de Filiberto Castillo, aún vive, tiene 97 años. Y mi madre, se llamaba Rosa Tapia Suero de Castillo, murió hace muchos años, lo que fue un golpe terrible para mí, pues fue ella quien me transmitió el amor por la literatura. Mi padre viajaba mucho como contratista y así conoció a mi mamá, haciendo sus carreteras y sus trabajos de cubicaciones, de contratas. Nunca viví en San Juan porque cuando nací nos fuimos a vivir a Baní. Ahí vivimos un tiempo. Tengo tres hermanas y un hermano, que nació antes que yo y que murió hace años.

2. Madrugadora

Mi mamá me enseñó a leer y me leía versos. Mi papá salía muy temprano de la casa y yo me levantaba con mi mamá. A mí siempre me ha gustado levantarme de madrugada. De hecho, siempre me levanto a las cuatro de la mañana. Recuerdo, aún oscuro, a mi mamá haciéndole el café y las cosas que mi papá se tenía que llevar a su trabajo, y yo sentada, mientras ella me leía versos y me enseñaba a escribir. Ella tenía una buena caligrafía. A los tres años ya yo iba a una escuelita particular. Aprendí a leer a los tres años. La gente se sorprendía cuando me veía leer y me daban dulces cuando leía alguna nota.

3. El teatro

La primera vez que vi teatro fue en el colegio Nuestra Señora de Fátima, que era dirigido por unas monjas españolas y era donde estudiábamos mis hermanas y yo. En los cursos más altos, donde estaban mis hermanas, las monjas hacían obras de teatro. Me acuerdo de la obra Doña Francisquita, recuerdo hasta el diálogo. En esa época recité por primera vez el poema de la Virgen Pura. Ese poema lo recuerdo porque fue la primera vez que actué en público y yo tenía como cinco o seis años.

4. Entre los mayores

A la edad de ocho años nos mudamos a la calle Espaillat y frente a nosotros vivía Franklin Mieses Burgos. Entonces, yo desde esa edad escribía poemas y se los llevaba a él. Todas las noches, después de cenar, él se sentaba frente a su casa a fumar y yo me sentaba en el murito frente a su casa a decirle poemas que yo me sabía y leerle los que yo había escrito. Él y su esposa siempre iban con sus padres, a verme al teatro. Es decir, que a mí siempre me gustaba estar entre adultos. Al parecer mi madre notó esa sensibilidad en mí y tanto ella como mi padre, siempre me apoyaron en todo. Una de mis vecinas era Ida Fernández, que era la directora del Liceo Paraguay, y me llevó a estudiar allá. En ese liceo conocí a mi profesora Fiume Gómez, que me llevaba a declamar a los ocho años, a Mundo Escolar a Radio Televisión Dominicana, es decir, que a los ocho años, ya yo estaba frente a una cámara de televisión declamando por influencia de Fiume, que a su vez era actriz del Teatro de Bellas Artes.

5. El comienzo del camino

Me fui a la Escuela de Bellas Artes, a la edad de 13 años. Es ahí donde arranca mi vida profesional, porque inmediatamente ingresé, debuté en una obra que se llamaba “Los Clavos” de Carlos Acevedo. Comencé a trabajar en el teatro y por eso pude jubilarme muy joven de Bellas Artes, como actriz de teatro, maestra y directora. Fui la primera mujer en dirigir la Escuela de Teatro de Bellas Artes y fui directora en tres ocasiones. En mis tiempos de estudiante, en el año 1975, Augusto Feria me lleva a Nuevo Teatro y ahí comencé yo, en “Casa de Muñecas”, de Henrik Ibsen, que la hicimos en el Teatro El Capitolio. Trabajé mucho con Franklin Domínguez, con Salvador Pérez Martínez. Comencé a ganar premios, cuando yo hice “Los Calvos”, fui la actriz más destacada, con 14 años. Ya en esa época apareció mi cara en la portada de la Revista Eva, y se me cataloga como el monstruo sagrado del teatro. Es decir, que a lo largo de mi carrera, yo he tenido mucha presión desde muy temprano, porque si comienzas de esa manera, no puedes nunca bajar la guardia, porque todo el mundo está esperando mucho de ti. Cuando cumplí 40 años de carrera, el Teatro Nacional abrió un salón con mi nombre.

6. Experiencia en Moscú

A los 16 años terminé el bachillerato en el Colegio Serafín, entré a la UASD a estudiar la carrera de Publicidad, que se había abierto ese año, aunque antes había estado en el liceo de la UASD. Cuando entré a la UASD y ya tenía un año cursando mi carrera, me salió la beca que, a través de Silvano Lora, yo gestioné a Moscú. Me fui a Moscú, donde no conocía el idioma ruso. Ya me había graduado de la escuela de Bellas Artes, de la cual formaba parte, porque ya yo tenía cédula, pero tenía 17 años y mis padres, como siempre me apoyaron , nunca dijeron un “no”. Ellos redactaron un acto legal, en el cual me daban permiso para irme. Además, en ese tiempo estaba prohibido viajar a los países de la órbita socialista. Es decir, que duré como cuatro días pasando países para poder pasar a Moscú. Me fui sabiendo que no iba a poder volver, al menos, mientras Balaguer estuviera en el poder. Pasé más de tres años sin ver a mi familia. Después vine al país en tres ocasiones y regresé a Moscú. Allá estudié un año de ruso en la universidad, estudié cinco años la carrera de Dirección. Tengo una maestría en Dirección Teatral con diploma Summa Cum Laude. Vine al país a realizar mi práctica como asistente de un director, ese director fue Ramón Pareja.

7. Estreno de la directora

Monté La Gaviota de Antón Chéjov, que fue además mi trabajo de tesis. Esa obra la hice con actores de la categoría de Monina Solá, Rafael Villalona, Delta Soto, Augusto Feria, Ángel Haché, Giovanni Cruz, Carlota Carretero, Víctor Checo, es decir, que tuve el privilegio de dirigir esas primeras figuras, en mi primer trabajo. Después de eso me establezco en el país y comienzo mi trabajo de lleno.

8. Ministerio de Cultura

En el año 2000 participo en todo ese proceso de la creación del Ministerio de Cultura, a través de Codearte. Soy fundadora, junto a otras figuras del teatro dominicano, del Colegio Dominicano de Artistas de Teatro. Fui su primera presidenta. Realicé una maestría en la Universidad de Sevilla, en Educación Social y Animación Socio Cultural y esa es una parte como funcionaria, como gestora cultural. Fui la primera mujer en dirigir el Teatro de Bellas Artes. Ahí estuve desde el año 2000 hasta el 2006. De ahí volví a dirigir la Escuela de Bellas Artes. Entidad que he dirigido en tres oportunidades. Cuando cumplí 36 años de servicio público decidí jubilarme para dedicarme, como estoy ahora dedicada, a la creación y gestión de mi compañía, que es Teatro Mandrágora. Siempre mi objetivo fue enseñar, transmitir conocimientos a personas que tenían el talento, pero carecían de los recursos.

9. Al cine

Aunque antes había hecho cine, en los últimos años he participado en cinco películas. Ahora acabo de hacer una comedia, con Roberto Ángel, que saldrá en enero. Es una comedia titulada “Pobre Millonario”, protagonizada por él, Dalisa Alegría y yo. La primera vez que yo hice cine fue antes de irme a Moscú, que fue cuando hicieron “El Padrino”, porque hacer de extra es hacer cine. Cuando hicieron El Padrino, a todos los que trabajábamos en Bellas Artes, nos buscaron, porque Peter Morales Troncoso fue director de Bellas Artes y él era como el enlace. Además, El Padrino tuvo su sede en el Teatro Nacional.

Imagínate la experiencia, ver a Al Pacino, a Francis Ford Coppola, en un plató, fue una experiencia muy buena. Luego vino Vargas Llosa a hacer Pantaleón y las Visitadoras, ahí también estuve de extra. Había grabado comerciales como actriz, y había hecho voces, pero en Moscú fue donde pude desarrollar mi carrera.

Siempre he estado ligada a la producción y al mundo de audiovisuales.

10. La familia

Tengo una hija, Daniela Tobar, su padre es Iván Tobar, que fue mi pareja, hasta hace muy poco, durante 30 años. Decidimos que era tiempo de que cada cual siguiera caminos distintos, pero fue una vida muy fructífera, intensa y que dejó un muy buen resultado. Lo conocí cuando yo tenía 15 años en la calle Espaillat, porque él había venido de París. Lo conozco hace más de 40 años.

Iván siempre será mi familia. Ahora se fue a España.

“Lo que se obtiene por azar se va fácil”

“Pasaje de Ida era un reto. Imagínate lo que es hacer una película cuando a nadie se le ocurría. Entonces para hacerla y estar en producción y actuando, había que dedicarle el día entero. Yo dejé mi trabajo en Young & Rubicam. Ahí nos pasamos un mes en ese barco que estaba lleno de ratones, eso era en el puerto. No había un presupuesto de producción que no fuera el bolsillo del propio director, que también era el productor. Ángel Muñiz y yo le pedíamos el dinero para ir a comprar los sándwiches con que iba a cenar el grupo. Nadie nos dio nada. Pasamos mucho trabajo. Lo traigo a colación para establecer la diferencia entre hacer cine antes y después de la ley. Me doy cuenta de las diferencias entre las condiciones de cómo se hacía el cine antes y las de ahora.

Concluyo en que la gente que hacía cine, antes de la ley, lo hacía por amor al arte. Porque hoy, cuando me veo tan confortable, me acuerdo del barco y de los ratones, del sol que cogimos y cómo amanecíamos rodando y seguíamos sin parar. Es bueno cosechar lo que uno sembró y no algo que le llegó por malas artes. Es bueno que se sepa que lo que se obtiene por azar se va fácil.

Quiero enfatizar mi interés actual de hacer reír a la gente en la comedia, por eso acepté ese papel de Robertico, porque me pareció que es un papel excelente para mí y porque la gente no conoce ese otro lado mío. La gente me ubica en el drama. He hecho mucho drama. Me interesa mucho, tal y como lo plantea Brecht, sea entretenimiento, sea didáctico y sea un trabajo social.

Esas tres vertientes para mí son fundamentales. Para mí la dirección siempre ha sido mi profesión, es la que me ha dado el sustento, porque es más difícil sostenerse como actor solamente.

Como directora he sido contratada por muchos productores, sobre todo en musicales. La actuación, que es lo que he hecho desde los tres años, es mi vocación y mi pasión, pero mi profesión es la dirección. Todos los personajes para mí son un gran reto”.

Posted in Gente

Más de gente

Más leídas de gente

Las Más leídas