El Metro de Santo Domingo es uno de los proyectos más ambiciosos del gobierno para mejorar la transportación urbana. Su inicio generó las consabidas polémicas que acompañan las obras públicas. Pero había una fuerte voluntad de la administración que la patrocinó y la primera “gran línea” se llevó a término. Su construcción constituyó un impacto en la ciudad y el país. Fue la expresión de lo que entonces se concebía como signo de modernidad y progreso. El Metro marcó una etapa de la vida urbana dominicana.

Los críticos han terminado reconociendo su valor y especialmente la calidad de los trabajos. Hasta ahora no se ha suscitado ningún evento importante que ponga en duda su eficiencia. Ciertamente, en un país lleno de precariedades, probablemente no respondía al mejor sentido de prioridad. Pero su construcción fue un detonante de un crecimiento económico que no se detiene.

Entonces vino la línea 2, que concitó igual entusiasmo. Ayudó a mejorar la movilidad urbana, pero resultó insuficiente. La transportación de pasajeros sigue siendo caótica. Esa línea estaba orientada a dar una mayor dimensión al proyecto. Entonces vino la línea 2-b. Después de un impulso inicial prácticamente ha sido ralentizada por no decir relegada como una obra prioritaria.

Construida, según las propias autoridades, en más de un 95% de las obras civiles, se ha visto prácticamente paralizada por escasos recursos.

Ignoramos si no es parte de las obras priorizadas. Pero podría pensarse en eso, toda vez que en paralelo fue iniciada otra obra de transporte, el Teleférico de Santo Domingo, que arrimaría habitantes de las zonas más vulnerables de las cercanías del lado occidental de la ría Ozama, desde Sabana Perdida hasta Gualey, o la 17, para conectar precisamente con la línea 2 y la 2b del Metro.
Con estas obras nada es urgente, pero viendo el desastre vial en el Gran Santo Domingo, se tornan más que necesarias. Total, ya la línea 2b es una realidad. Siendo así, parece prudente que Danilo Medina le dé un impulso mayor y la termine de verdad en 2018 como se ha planeado, sin más postergación.

La Línea 2b del Metro, que conecta el Este y el Oeste de Santo Domingo, debe salir del laberinto.

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