La situación laboral de las personas que se desempeñan como trabajadores de limpieza, niñeras y que en general realizan servicios domésticos en la República Dominicana es tan habitual que pocos se detienen a pensar que las condiciones muchas veces son abusivas y la protección legal es insuficiente.

Se trata de personas que realizan una labor ininterrumpida, sin horarios formales de trabajo y de las que se espera disponibilidad a cualquier hora que sean requeridas. Sin seguro médico otorgado por el empleador, sin pensiones al momento del retiro o por incapacidad, y en general sin las concesiones mínimas que deberían recibir todos los empleados.

También, es un servicio muy exigente que en la mayoría de los casos afecta a la familia del trabajador, toda vez que, por la irregularidad respecto a las horas de trabajo, tiende a separar a quien lo desempeña de su propia vida para convertirse inevitablemente en parte esencial de la vida de los terceros que lo han contratado.

Por otro lado, los salarios son absurdamente bajos y sorprenden a cualquier extranjero que llega a conocer esta realidad, ya que de inmediato se produce la comparación de domésticas en otros lugares del mundo como Estados Unidos que ganan por encima de los mil dólares mensuales por realizar, de manera más regulada y con un horario bien delimitado, casi siempre “sin dormida”, el trabajo que muchos hacen aquí por menos del equivalente en pesos a doscientos dólares.

Por esta razón, sería de gran utilidad y justicia aprovechar los aprestos de discutir aspectos relativos a la legislación laboral dominicana para introducir el tema y mejorar la situación de los que trabajan, en ocasiones siendo virtualmente explotados, en el servicio doméstico.

Sería pertinente agregar en los análisis las propuestas de grupos sindicales que representan este sector, como la Asociación de Amas de Casa, para incluir elementos básicos que han sido conquistas del derecho de trabajo en casi el mundo entero, pero que a su vez han sido ajenos a esta parte tan importante del mercado laboral, como devengar un salario mínimo o tener acceso a las prestaciones normales de cualquier otro trabajador.

Este sistema excluyente y poco equitativo perjudica principalmente a los sectores más vulnerables, pues la mayoría de quienes realizan trabajo doméstico son mujeres que a su vez constituyen la cabeza y el sustento de sus familias.

Ojalá se realicen cambios esenciales en el futuro, pero no para perpetuar conveniencias particulares o hacer un traje a la medida de los empleadores, sino para crear una sociedad más justa.

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