Termina un año y pretendemos hacer un resumen de cómo se desarrolló el mismo, tanto en lo positivo, como en aquellos aspectos que podríamos llamar como negativos, pero que preferimos definirlos como retos para el año que en pocos días se inicia.

El crecimiento de nuestra economía sigue estando por encima del promedio de la región. Destacamos el turismo y la minería que se han convertido en puntales de un crecimiento que nos ha permitido dar confianza a los mercados internacionales y colocar emisiones de bonos, unos para inversión, otros desgraciadamente para completar el presupuesto.

La tasa de cambio ha mantenido una estabilidad relativa a pesar de las presiones que sobre el Banco Central genera el hecho de que el gobierno dejara de pagar más de 29,000 millones de la deuda de la entidad. Este ha hecho esfuerzos por mantener una tasa en pesos más competitiva y en momentos que parecía que la economía se desaceleraba se creó la facilidad de dar financiamientos hasta veinte millones de pesos, con una tasa fija por cinco años, lo que sin duda constituyó un verdadero estímulo para los sectores productivos.

Sin embargo, y posiblemente por mantener la tasa de pesos a niveles aceptables, en ciertos momentos del año se registró escasez de divisas, que no pareció preocupar mucho a los mercados internacionales por las altas reservas del Banco Central, pero que sin duda un verdadero dolor de cabeza para las empresas locales, que muchas veces debían hacer colas en las listas de los bancos para obtener los dólares con los cuales cumplir sus compromisos internacionales.

El gasto público y el endeudamiento siguen siendo motivos de preocupación y a pesar de los aumentos en los ingresos, vía la Dirección de Impuestos Internos y el esfuerzo por ampliar la base de contribuyentes y reducir la evasión, la velocidad del gasto es mucho mayor, lo que sin duda se constituye en el mayor obstáculo para llegar al pacto fiscal.

La seguridad pública sigue siendo una de las mayores preocupaciones, la violencia familiar, especialmente contra la mujer, ha desatado una especie de epidemia que sólo puede explicarse en que el hombre no soporta la independencia economica de las mujeres que cada día se destacan más en el ambiente laboral.

El movimiento verde, que parece haber perdido fuerza a pesar de la convocatoria que sus organizadores ya han anunciado para los inicios del próximo año, fue un fenómeno que no habíamos visto en el país desde hace muchos años. Sus reclamos sobre actos específicos de corrupción es un reto que tiene el gobierno por delante, más ahora que el propio presidente de los Estados Unidos ha estado firmando órdenes ejecutivas, cancelando visas, congelando activos que se encuentren en el sistema financiero norteamericano e impidiendo cualquier tipo de negocio con esa nación contra aquellos que ese país entiende incurren en actos reñidos con los derechos humanos o corrupción.

En el área de educación seguimos ocupando los últimos lugares en pruebas como PISA, pero hay que admitir que se hacen esfuerzos en esta área y que es muy pronto para evaluar los progresos.

El problema de la migración ilegal sigue siendo un tema que preocupa a la mayoría de la población. Ya no es sólo la haitiana, ahora constituye un enorme problema la enorme migración venezolana. Ambas limitan el empleo, reducen los salarios y no permiten reducir la pobreza. Parece que en el caso haitiano el gobierno cede a las presiones internacionales hasta el punto de la última resolución de la Junta Central Electoral donde publica los apellidos que serán dados a niños abandonados.

Con la migración venezolana estamos pagando el petróleo barato que al final terminará siendo el más caro del mundo si no se toman medidas de exigir visado a los nacionales de ese país que escapan al hambre, inseguridad, falta de medicamentos, el costo de vivir en el país más inseguro del mundo y la ausencia casi total de medicamentos.

Por último, es necesario tomar conciencia del impacto que sobre nuestra economía y la de otras naciones vecinas puede tener la reciente reducción impositiva aprobada por el congreso norteamericano y una victoria, sin dudas, del Presidente Trump, donde reduce la tasa de impuestos corporativos entre un veinte y un quince por ciento.

Esto generará un crecimiento de la economía de ese país, incentivará a las empresas a no salir del territorio norteamericano y aunque algunos critican que sólo beneficia a los ricos y no a la clase media, ya algunas empresas se han adelantado y mejorado los salarios de sus empleados o están dando bonos, que sin duda activarán el consumo.

Las tensiones con Corea del Norte han sido durante el año un tema de mucha preocupación y no creo que deje de serlo durante el próximo año. Sus constantes desafíos a Estados Unidos y las respuestas agresivas de su presidente sacan el problema del contexto diplomático y representan un real peligro de un enfrentamiento bélico de proporciones no conocidas por la humanidad hasta ahora.

Si me preguntan, ¿Qué deseo para el 2018? Respondería que un mejor manejo de los recursos, hacer frente a la inseguridad que crece cada día más; controlar las migraciones; que los partidos políticos logren ponerse de acuerdo y evitar el surgimiento de un mesías, que sin duda nunca ha sido la solución de ninguna nación. Ampliar los programas de calidad de la educación, el programa de control del narcotráfico, dotar de mayores recursos a la salud y organizar el caos del tránsito.

Si trabajamos sobre estos puntos y ahora con el apoyo y sugerencias de la recién creada comisión de competitividad, sin dudas tendremos un exitoso 2018.

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