Se han comprobado científicamente los efectos negativos de aislamiento social y soledad sobre la salud, especialmente de personas muy mayores, pero ambos no necesariamente van de la mano, esto tiene sus matices. Aislamiento denota pocas interacciones sociales, mientras que soledad supone una percepción subjetiva del aislamiento. Podemos aislarnos socialmente, preferir vivir como ermitaños quizá pero no sentirnos solos. Igualmente, podemos sentirnos solos aunque estemos rodeados de gente, especialmente si nuestras relaciones no son emocionalmente satisfactorias. En 2012 psicólogos de la Universidad de California informaron que la mayoría de individuos que se sienten solitarios estaban casados, vivían con alguien y no padecían depresión clínica. Entonces, impacta más la calidad de las relaciones que su existencia o cantidad, definitivamente.

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