Venezuela está en crisis, casi atrapada en una guerra civil cuyo principal responsable es un Presidente entregado a los intentos fallidos de imitar al anterior, pues aún con los mismos dotes de tirano le falta capacidad, talento e inteligencia y le sobran unos cuantos trastornos.

El modelo que ha impuesto Nicolás Maduro no sólo es obsoleto y, como en Cuba, ha fallado en todos los lugares donde ha sido probado, sino que además para cualquiera con un poco de juicio era fácil predecir que era una bomba de tiempo que conduciría a situaciones aún más graves que las que están ocurriendo al día de hoy, pues conlleva un extremo atentado a las libertades que no es sostenible en el tiempo.

Los eventos de estos últimos meses en Venezuela son tristes pero no sorprendentes. Constituyen un capítulo esperado de un libro lleno de violencia, dictadura, falta de alimentos y productos básicos, censura y, entre tantas otras cosas, violación de derechos humanos. Se trata de la consecuencia lógica de un Gobierno encabezado por alguien que no entiende lo que es ser un mandatario y menos aún comprende que recibió un mandato de un pueblo soberano para que lo represente, no para que lo abuse.

La aplicación de una ilegítima e inconstitucional “ley habilitante” para permitir al Ejecutivo pasarle por encima el Congreso, las detenciones arbitrarias de estudiantes y de líderes de la oposición, los arrestos y saqueos para la imposición de un irracional “control de precios”, la inflación, la escasez de bienes prioritarios como leche o papel higiénico, y mucho más, llevan a una inevitable pregunta: ¿Qué esperaba Maduro de los venezolanos? ¿resignación eterna a una vida de injusticias?

Ciertamente la violencia no debe ser la primera solución a un problema, pero el “está bueno ya” de los que protestan es más que entendible y probablemente se extienda por mucho tiempo, por lo que resulta urgente que, ante un pueblo cansado y un Gobierno que responde con represión, la comunidad internacional intervenga de una forma más activa y contundente.

La ONU, la Unión Europea, grupos de prestigio como Human Rights Watch y países particulares como Estados Unidos deben aliarse para respaldar a un país maltratado que no tiene cómo defenderse de su cruel verdugo, e impulsar la salida del Gobierno, de una vez y para siempre, de quien con mayor precisión ha representado la involución para Venezuela.

Posted in Opiniones

Más de opiniones

Más leídas de opiniones

Las Más leídas