U na catarsis de sentimientos y pasiones expresados con una transparencia alejada del experimentalismo que ha caracterizado la poesía contemporánea a partir de las vanguardias de principio del siglo XX es lo primero que se observa en Poemas Larobí, recién publicado por la joven escritora higüeyana Nairobi Moya, en los que, tal como advierte la presentación, se habla de “dolor, traición, deseo imposible, confusión, soledad, inseguridad, miedo” y amor.
Como información, la Editorial Santuario señala que Moya comparte su afición literaria con la vida profesional en farmacia y psicología clínica, al tiempo que destaca su condición de compositora. Tal vez por esto último, cualquier lector podría encontrar en la rima y el ritmo de los poemas un sabor a balada o bolero, ya que por la ternura presente en todos los versos se harían inconcebibles para los jóvenes “reguetoneros” y demás exponente de la llamada música urbana.
¿Por qué Larobí? El libro no lo explica. Pero Freddy Gatón Arce nunca explicó por qué Vlía. Ahí podría estar presente algún rasgo de incomunicación poética o de escritura automática, propio de la modernidad. Lo demás es un cantar “a corazón abierto”, aunque hay que reconocer su espontaneidad y gracia femenina, con chispazos que nos recuerdan a la argentina Alfonsina Storni, la chilena Gabriela Mistral y la puertorriqueña Julia de Burgos.
Los textos más breves superan a los extensos en creatividad y profundidad psicológica como se palpa en Voces de Chavón: “¡ Entre mis manos tengo a Dios/ y Dios me tiene sentada entre sus piedras!”. En tanto que en Una vida sale a relucir la imagen de la terapista frente a un paciente depresivo: “Vives lamentándote en la vida/ Te ahogas en un vaso de agua/ Piensas en situaciones negativas”, y después proclama: “Siempre sale el sol/ Existe el mañana”.
El poema Decisión: “La fidelidad es una decisión/ Te podrá amar/ Y al mismo tiempo serte infiel”, se presta para una polémica entre comunicadores y especialistas en asuntos pasionales.
