Democracia de papeletas

En una congregación multitudinaria, los evangélicos, liderados por el pastor Ezequiel Molina, se congregaron en el Centro Olímpico como cada primero de enero para oír la prédica del pastor.

En una congregación multitudinaria, los evangélicos, liderados por el pastor Ezequiel Molina, se congregaron en el Centro Olímpico como cada primero de enero para oír la prédica del pastor.

Molina fustigó con todo sentido que el que no tiene dinero no puede acceder a puestos electivos. Tiene toda la razón, las campañas son un verdadero derroche del dinero público y privado, que limita que el talento del que no tiene posibilidades financieras acceda a servir a su país con entusiasmo y honestidad, además es una vergüenza en un país donde los recursos son escasos para necesidades como salud y viviendas.

Cómo puede un candidato competir contra un senador que durante cuatro años recibe los fondos del barrilito, que aún cuando los puede usar en beneficio de su provincia es una forma permanente de hacer política en contra del que quiera ser senador y lo hace con los recursos de los contribuyentes, evitando la competencia de nuevos candidatos.

Criticó la reelección en todos los ámbitos y sin duda, debemos oír la palabra del pastor porque las reelecciones indefinidas de regidores, alcaldes, diputados y senadores no contribuyen a una verdadera democracia.

Por el contrario, es la forma de anquilosar la misma, de promover la corrupción y el desgano por mejorar el país, ya que están tan seguros de sus posiciones que se duermen en sus laureles, evitando mejorar condiciones económicas, reducción de pobreza y ejercer el poder de interpelar para exigir el uso apropiado de los recursos.

Recuerdo que desde muy joven me opuse a reelecciones indefinidas, lo conversé con el expresidente Joaquín Balaguer, que nunca coincidió con mi forma de pensar, más luego lo traté con el expresidente Leonel Fernández en su primer periodo.

Al igual que Ezequiel Molina, entiendo que las posiciones deben estar limitadas a dos períodos y determinar si nunca más o luego de uno o dos períodos podría permitirse una nueva reelección.

Habló del daño del internet y la televisión. Cuánta razón tiene Molina; criamos nuestros hijos frente a un televisor, escuchando barbaridades, ausencias de valor o les damos un iPad para que no molesten. Las conversaciones de familia se sustituyen por la electrónica y los valores y tradiciones quedan atrás.

Cuando habló de modelos falsos, me trajo a la memoria cómo se pretende implantar costumbres de sociedades que se dicen más avanzadas, pero que la realidad es que están más que perdidas y con valores muy escasos. Sociedades donde se pretende aprobar el aborto, donde la institución del matrimonio pierde valor y la familia se desintegra.

Congregaciones como “La Batalla de la Fe” debían repetirse muchas veces al año, tanto católicos como evangélicos, a ver si podemos variar el curso de nuestra sociedad, donde tener riquezas ha pasado a ser lo más importante sin tener en cuenta la forma como se logra.

Una sociedad donde una jueza da vacaciones a acusados de narcotráfico y donde ya a niveles internacionales, en las películas se nos sindica como puente ideal de las drogas, este flagelo se ha constituido en uno de los elementos de la inseguridad que vivimos los dominicanos. El adicto busca dinero de cualquier manera, sin importar el respeto a la vida del o de los demás.

Las series de narcos se han hecho populares y personajes que admiten haber matado a miles como el famoso Popeye, lugarteniente del criminal más grande de la historia, Pablo Escobar, ahora se presenta luego de haber cumplido una importante condena como una oveja mansa. Eso es lo que transmitimos por la televisión y que el pastor Molina critica como la educación de televisión que estamos dando a nuestros hijos y nietos.

Pongamos oído a una persona que dedica su vida a la palabra del Señor. No soy evangélico, pero creo que todo el que cree en Cristo y busca por medio de su palabra la salvación del alma son palabras que sin duda hay que prestar atención, son las verdaderas enseñanzas que se apartan de la hipocresía y el deseo de lucro y poder sin límites.

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