Volvamos hoy de nuevo la mirada al Papa Francisco y a sus llamadas insistentes y continuas sobre la paz. La violencia y las guerras le llegan de todas partes.

Traemos, en primer lugar, la segunda entrega de su Mensaje para la 51 Jornada de la Paz de este año 2018; luego reproducimos un breve artículo mío sobre el tema.

I
Mensaje del Santo Padre Francisco Para celebración de la 51 Jornada Mundial de la Paz. Segunda entrega

4. Cuatro piedras angulares para la acción

Para ofrecer a los solicitantes de asilo, a los refugiados, a los inmigrantes y a las víctimas de la trata de seres humanos una posibilidad de encontrar la paz que buscan, se requiere una estrategia que conjugue cuatro acciones: acoger, proteger, promover e integrar.

«Acoger» recuerda la exigencia de ampliar las posibilidades de entrada legal, no expulsar a los desplazados y a los inmigrantes a lugares donde les espera la persecución y la violencia, y equilibrar la preocupación por la seguridad nacional con la protección de los derechos humanos fundamentales. La Escritura nos recuerda: «No olvidéis la hospitalidad; por ella algunos, sin saberlo, hospedaron a ángeles».

«Proteger» nos recuerda el deber de reconocer y de garantizar la dignidad inviolable de los que huyen de un peligro real en busca de asilo y seguridad, evitando su explotación. En particular, pienso en las mujeres y en los niños expuestos a situaciones de riesgo y de abusos que llegan a convertirles en esclavos. Dios no hace discriminación: «El Señor guarda a los peregrinos, sustenta al huérfano y a la viuda».

«Promover» tiene que ver con apoyar el desarrollo humano integral de los migrantes y refugiados. Entre los muchos instrumentos que pueden ayudar a esta tarea, deseo subrayar la importancia que tiene el garantizar a los niños y a los jóvenes el acceso a todos los niveles de educación: de esta manera, no sólo podrán cultivar y sacar el máximo provecho de sus capacidades, sino que también estarán más preparados para salir al encuentro del otro, cultivando un espíritu de diálogo en vez de clausura y enfrentamiento. La Biblia nos enseña que Dios «ama al emigrante, dándole pan y vestido»; por eso nos exhorta: «Amaréis al emigrante, porque emigrantes fuisteis en Egipto».

Por último, «integrar» significa trabajar para que los refugiados y los migrantes participen plenamente en la vida de la sociedad que les acoge, en una dinámica de enriquecimiento mutuo y de colaboración fecunda, promoviendo el desarrollo humano integral de las comunidades locales. Como escribe san Pablo: «Así pues, ya no sois extraños ni forasteros, sino conciudadanos de los santos y familiares de Dios».

5. Una propuesta para dos pactos internacionales

Deseo de todo corazón que este espíritu anime el proceso que, durante todo el año 2018, llevará a la definición y aprobación por parte de las Naciones Unidas de dos pactos mundiales: uno, para una migración segura, ordenada y regulada, y otro, sobre refugiados. En cuanto a acuerdos adoptados a nivel mundial, estos pactos constituirán un marco de referencia para desarrollar propuestas políticas y poner en práctica medidas concretas. Por esta razón, es importante que estén inspirados por la compasión, la visión de futuro y la valentía, con el fin de aprovechar cualquier ocasión que permita avanzar en la construcción de la paz: sólo así el necesario realismo de la política internacional no se verá derrotado por el cinismo y la globalización de la indiferencia.

El diálogo y la coordinación constituyen, en efecto, una necesidad y un deber específicos de la comunidad internacional. Más allá de las fronteras nacionales, es posible que países menos ricos puedan acoger a un mayor número de refugiados, o acogerles mejor, si la cooperación internacional les garantiza la disponibilidad de los fondos necesarios.

La Sección para los Migrantes y Refugiados del Dicasterio para la Promoción del Desarrollo Humano Integral sugiere 20 puntos de acción como pistas concretas para la aplicación de estos cuatro verbos en las políticas públicas, además de la actitud y la acción de las comunidades cristianas. Estas y otras aportaciones pretenden manifestar el interés de la Iglesia católica al proceso que llevará a la adopción de los pactos mundiales de las Naciones Unidas. Este interés confirma una solicitud pastoral más general, que nace con la Iglesia y continúa hasta nuestros días a través de sus múltiples actividades.

6. Por nuestra casa común

Las palabras de san Juan Pablo II nos alientan: «Si son muchos los que comparten el “sueño” de un mundo en paz, y si se valora la aportación de los migrantes y los refugiados, la humanidad puede transformarse cada vez más en familia de todos, y nuestra tierra verdaderamente en “casa común”»[18]. A lo largo de la historia, muchos han creído en este «sueño» y los que lo han realizado dan testimonio de que no se trata de una utopía irrealizable.

Entre ellos, hay que mencionar a santa Francisca Javier Cabrini, cuyo centenario de nacimiento para el cielo celebramos este año 2017. Hoy, 13 de noviembre, numerosas comunidades eclesiales celebran su memoria. Esta pequeña gran mujer, que consagró su vida al servicio de los migrantes, convirtiéndose más tarde en su patrona celeste, nos enseña cómo debemos acoger, proteger, promover e integrar a nuestros hermanos y hermanas. Que por su intercesión, el Señor nos conceda a todos experimentar que los «frutos de justicia se siembran en la paz para quienes trabajan por la paz».

Vaticano, 13 de noviembre de 2017.

Memoria de Santa Francisca Javier Cabrini, Patrona de los migrantes.

II
El Papa Francisco y la Paz
(Mons. Ramón Benito de la Rosa y Carpio)
“Recordemos esta frase del papa Francisco: “La búsqueda de la paz es un trabajo siempre abierto, una tarea que no da tregua y que exige el compromiso de todos”.

La paz es un trabajo siempre abierto, afirma el Papa… La paz se construye. Nosotros sabemos que tenemos espacios, calles, lugares donde no hay paz, donde se espera de un momento a otro la violencia y la inseguridad. El papa Francisco nos recuerda que la paz es búsqueda de todos, y añade que es un trabajo que hay que hacer, que la paz se construye.

No podemos quedarnos cruzados de brazos diciendo que venga paz, que la paz la hagan las autoridades, no. Nosotros también tenemos que pensar en la paz.

En la paz de Colombia, el Papa invitó a dar un primer paso al gobierno y a la FARC, y en efecto dieron un primer paso los dos. También nosotros invitamos a las autoridades a que no se cansen, que sigan trabajando por la paz, que si en sus filas hay gente que no construye la paz, no se pueden cansar.

Animamos a todas las autoridades que aman la paz que trabajen por ello, que se esfuercen por ello, pero también a todos nosotros: paz en la familia construyendo la paz.

La paz es una tarea que no da tregua, es decir, no podemos sentarnos a pensar que la paz se construye y que me tienen otros que hacer la paz, y es que si yo llego a un sitio y hay que hacerla, tenemos que construirla, y tenemos que construirla todos.

La frase del papa Francisco es: construyamos la paz. La paz en su construcción no da tregua y exige el compromiso de todos.”

Conclusión

CERTIFICO que los dos textos citados por un servidor en mi trabajo “Hombres y Mujeres que buscan la paz” han sido reproducidos fielmente.

DOY FE en Santiago de los Caballeros a los diez (10) días del año del Señor dos mil dieciocho (2018).

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