Papa Francisco inicia visita de tres días a Chile

Poco después de su arribo a Chile para iniciar ayer una visita de tres días, el papa Francisco recorrió algunas calles de Santiago con la ventanilla del automóvil abierta para saludar a los pocos chilenos que salieron a verlo.

Santiago de Chile. Poco después de su arribo a Chile para iniciar ayer una visita de tres días, el papa Francisco recorrió algunas calles de Santiago con la ventanilla del automóvil abierta para saludar a los pocos chilenos que salieron a verlo.

Horas antes había descendido la escalinata del avión papal y se había despojado de su solideo debido al viento a pocos instantes de saludar a la presidenta Michelle Bachelet y al arzobispo de Santiago, Ricardo Ezzati.

Durante su viaje, Francisco recorrerá tres ciudades del país y deberá encarar el conflicto que han generado los escándalos por abusos sexuales a menores por parte de sacerdotes, además de preocupaciones por la situación de indígenas e inmigrantes.

Tras su llegada al país sudamericano, una orquesta juvenil interpretó un par de canciones mientras Francisco los escuchaba y sonreía. Luego abordó un automóvil cubierto y se sentó en el lugar del copiloto para detenerse frente a la parroquia San Luis de Beltrán, donde están los restos del obispo Enrique Alvear, en proceso de canonización.

Fuera de agenda, el pontífice se reunió unos instantes con pobladores cercanos a la capilla. Luego volvió a subirse a su vehículo y siguió su camino por una de las principales arterias capitalinas hasta llegar a avenida Brasil, cerca del centro, donde abordaría el papamóvil.

A unas horas de su arribo a Santiago, al menos una decena de manifestantes que protestaban contra el abuso sexual de clérigos contra niños se reunieron en un hotel para exigir castigo para los culpables y sus cómplices mientras unas 200 personas de distintas nacionalidades asistían a un seminario sobre el tema para abordar la problemática en sus respectivos países.

El caso más mediático en Chile es el del obispo Juan Barros, quien fue nombrado por Francisco en la diócesis de Osorno, 930 kilómetros al sur de la capital, pese a saber que estaba acusado de encubrir a su mentor, el cura Fernando Karadima, el mayor cura pedófilo de la iglesia católica chilena.

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