La carreta delante de los bueyes

La raíz de muchos de nuestros problemas fundamentales radica en la falta de visión de mediano y largo plazo de nuestro liderazgo, que convierte lo coyuntural en el único objetivo.

La raíz de muchos de nuestros problemas fundamentales radica en la falta de visión de mediano y largo plazo de nuestro liderazgo, que convierte lo coyuntural en el único objetivo. Y este es un mal del que no solo adolecen nuestras autoridades y muchos líderes políticos, sino buena parte de nuestra sociedad que ha preferido tomar decisiones motivadas por su bolsillo o sus emociones. Esto explica por qué muchos problemas siguen sin solución a pesar de haber sido analizados y debatidos durante años, pues se prefiere comprar tiempo remendando con un parche y no tomar las decisiones y asumir sus costos, aunque las consecuencias de no hacerlo estén a la vista de todos.

Uno de estos es el altísimo costo de las campañas políticas que ha ocasionado déficits fiscales alarmantes, que ha desviado y ha mal utilizado recursos del erario, que ha fomentado mayor corrupción, pues se espera multiplicar lo gastado y dado pie a que tengan más posibilidad de presentar candidaturas y resultar electos aquellos que tengan más recursos sin importar su origen, sea de abuso de recursos públicos o de negocios ilícitos.

Desde hace más de 15 años estamos discutiendo una ley de partidos políticos y desde hace otro tanto una modificación a nuestra ley electoral y lo que debería ser impostergable sigue posponiéndose porque no hay un verdadero interés en resolver el problema, no porque los líderes de turno en cada ocasión no hayan estado en conocimiento de su necesidad, sino porque han colocado en primer plano la coyuntura de retener el poder y esta ambición, relega toda reforma.

La discusión sobre la modalidad de las primarias no es solo una medición de fuerzas entre los dos principales líderes del partido gobernante, sino también una inexcusable pero efectiva entretención que ha conseguido paralizar la aprobación de la ley de partidos y la electoral so pretexto de discusión constitucional y debate democrático, logrando así contener una regulación y un control indeseados en el corto plazo, aunque esto ponga en peligro la supervivencia misma de sus partidos hacia el porvenir.

Las primarias abiertas solo podrían ser celebradas si una ley las ordenara y la misma no fuera declarada inconstitucional, por lo que de no aprobarse la ley de partidos las primarias serían cerradas como ya lo están siendo en algunos partidos. Entonces lo mismo que supuestamente obstaculiza la aprobación de la ley, ocurrirá de todas formas si la misma no se aprueba, lo que pone en evidencia que hay mucho más que eso detrás de la cerrazón.

Algo similar ocurre con la celebración en nuestro país del diálogo entre los representantes del régimen de Maduro y los de la oposición venezolana que decidieron participar del mismo, que sabemos no son los más representativos, que deja ver cada día con mayor claridad lo que algunos sospechábamos desde el primer momento, que se trataba más de que el Presidente asumiera el liderazgo esperando los correspondientes galones desplazando así a su rival de su rol de mediador, que de conseguir una solución a una crisis política con ribetes humanitarios en un país al que nos unen importantes lazos históricos; pues la única real solución es la salida del poder de un régimen antidemocrático, desacreditado y agonizante, al cual estamos penosamente contribuyendo a mantener vivo.

Si seguimos permitiendo que los intereses del corto plazo que se resumen en la retención del poder de forma personal o por interpósita persona sean los que definan la agenda nacional, ocurrirá con nuestro país lo mismo que si colocamos una carreta delante de los bueyes: la misma estará cargada pero no podrá adelantar su paso.

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