Hablando de “logros” corrientemente citamos avances económicos, profesionales, familia. Pero los reales logros no son los externos sino los asociados a nuestra plenitud espiritual o mental. No la religión sino la propia ciencia, concluye esto. Lejos de realizaciones materiales, la felicidad de las personas reside en un espíritu en paz, abierto a la esperanza y sostenido en emociones positivas: amor, solidaridad, servicio desinteresado al prójimo, equilibrado amor propio. Construir esa fortaleza interna debe ser nuestro principal propósito pues si falta, las otras aspiraciones se alejarán o no las disfrutaremos cabalmente una vez alcanzadas. Inicia el segundo mes de 2018. Si estamos aplicando consistencia e intensidad para lograr propósitos materiales, tengamos en cuenta poner igual o mayor esfuerzo para conseguir los de dentro día a día.
En mi venidero cumpleaños el motivo de celebración no será un año más vivido sino los logros alcanzados en él. Tengo para congratularme, empezando por haber vencido mi miedo irracional al horno de gas y disfrutar usarlo a mis anchas. En mi infancia el horno de la estufa fue siempre un enigma; mi mamá lo “condenó” (no se usaba) por unas aprensiones. Bajo esa herencia, toda mi vida temí usarlo por mi sola. Recientemente busqué superar el lastre y lo conseguí, lo que me ha significado una gratificante victoria personal. Pero hay otra inmensamente más liberadora: Por primera vez en 20 años logré enfrentar el recuerdo del evento más doloroso de mi vida en indescriptible paz. Al fin. l
