La corrupción en organismos estatales nunca había ocupado un lugar alto en la agenda nacional, pero los últimos sondeos han arrojado que la población la considera ahora uno de los principales problemas nacionales, un cambio muy significativo que indica que ahora hay más consciencia de que la sustracción, malversación o distracción de dineros públicos impacta negativamente sobre bienestar y desarrollo del país. Se entiende cada vez más que no se trata de dinero sustraído que no le duele a nadie, la actitud tradicional al respecto. Los servidores públicos tienen en este sentido la última palabra. La Dirección de Ética Gubernamental cumple su papel al recordarles que la falta de honestidad y transparencia en instituciones estatales sí le duele al país.

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