¡Pobre Venezuela!

Con mucho pesar, el presidente Danilo Medina comunicó que el largo proceso de diálogo entre el gobierno y la oposición de Venezuela colapsó después que las partes habían consensuado un acuerdo.

Con mucho pesar, el presidente Danilo Medina comunicó que el largo proceso de diálogo entre el gobierno y la oposición de Venezuela colapsó después que las partes habían consensuado un acuerdo. Los representantes de la oposición pidieron un aplazamiento de la firma y un día después presentaron modificaciones que el gobierno rechazó.

El presidente Medina lamentó que el acuerdo no se suscribiera, pero reiteró que “en cualquier momento que se quieran volver a sentar en la mesa puedan tocar las puertas de la República Dominicana, que estaremos prestos para servirle al hermano pueblo de Venezuela”.

Más adelante dijo que “como latinoamericanistas que somos teníamos un deber con Venezuela. Hemos cumplido con nuestro deber. No tenemos nada de qué arrepentirnos”.

¡Magnífico! La República Dominicana hizo una extraordinaria contribución por la paz de Venezuela, pero los intereses en juego impidieron que se materializara un avance en el camino a la normalización de la vida en ese país.

Hasta el último encuentro, la apuesta dominicana fue firme e invariable en pro de la paz en Venezuela.

Pero parece que el diálogo estaba condenado al fracaso. Mientras en Santo Domingo se hacían esfuerzos, con agenda definida, y se avanzaba en la dirección deseada, la administración norteamericana mantuvo una actitud hostil hacia el diálogo. Parece que se prefiere una solución “caliente” en Venezuela, lo que obviamente apunta hacia una aventura, una agudización de las contradicciones, al retorno a la violencia.

Según lo revelado por el presidente dominicano, las partes comprometieron un acuerdo, que formalmente el presidente Nicolás Maduro firmó ayer. También ayer la oposición anunció un adendum que el gobierno rechazó. Pidió que el gobierno habilite a Henrique Capriles y Leopoldo López para participar en las elecciones presidenciales como condición para firmar el acuerdo.

Pero esa petición no formó parte del diálogo y las grandes diferencias finales se centraron en la fecha de celebración de las elecciones.

¿Acaso la oposición entretuvo a los mediadores y al gobierno? ¿De ninguna manera le interesaba llegar a un acuerdo?

Mientras, ya el Consejo Nacional Electoral convocó las elecciones para el próximo 22 de abril. Ahora no se sabe hacia dónde girará la rueda. ¡Pobre Venezuela!

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