Quizás algún día el PLD dé a conocer las razones que llevaron a los presidentes Leonel Fernández y Danilo Medina a embarcar el buen nombre de República Dominicana en unas absurdas conversaciones entre el gobierno abusador, perverso y fantoche que desgobierna a Venezuela, y un sector de la oposición de ese querido país.

Han fracasados esas falsas negociaciones, con el resultado esperado, pues no podía salir nada positivo de un régimen que ha demostrado –con palabras y hechos– como único interés apuntalar su estilo de gobierno antidemocrático, abusador e inhumano.

No es solidaridad latinoamericanista ponérsela fácil a un régimen dictatorial que sojuzga a su pueblo. La solidaridad se extiende a los oprimidos y a las víctimas de los abusos. No a los opresores y a los victimarios de nuestros pueblos.

Los dominicanos tenemos contraídas deudas imperecederas con Venezuela, que van desde la acogida de Duarte, nuestro Padre Fundador, hasta su muerte; la hospitalidad con los dominicanos acosados por la tiranía de Trujillo; el recibimiento de nuestros exiliados económicos a finales de los 50s e inicio de los 60s.

Un apoyo venezolano que le costó al presidente Rómulo Betancourt un atentado a su vida, auspiciado por Trujillo; 14 venezolanos murieron en 1959, en la inmolación de los exiliados que vinieron en 1959 a combatir la tiranía; y, más reciente, el presidente Carlos Andrés Pérez contribuyó de manera fundamental a que se respetara la voluntad popular expresada en las elecciones de 1978.

Por todo ese apoyo venezolano a nuestro pueblo debemos los dominicanos proclamar nuestra vergüenza e indignación porque el PLD prestara el nombre de República Dominicana para “negociar” con un gobierno que irrespeta las leyes y la Constitución de su país, inventa una farsa de “asamblea constituyente” para anular al Congreso elegido por el pueblo y que no respeta la libertad, ni la vida ni los derechos humanos ni se compadece con los extremos niveles de precaria sobrevivencia en que desenvuelven sus vidas los venezolanos que no pertenecen a la versión post chavista que es el madurismo.

Qué se podía “negociar” con el único gobierno que -probablemente en todo el planeta- tiene un alto número de presos políticos, incluyendo a Henrique Capriles y Leopoldo López, principales líderes de oposición.

“Negociar” qué con quienes han prohibido la existencia de partidos opositores, ilegalizado y obligado a exiliarse a alcaldes elegidos por el sufragio popular, y que tiene a una pantalla de arbitraje electoral presidida por una comisaria gobiernista que le apaña falsas elecciones, como las que desde ya anuncia Maduro para el mes de abril.

¿Qué esperaba el PLD que se podía lograr de un gobierno que irrespetando esas “negociaciones”, ejecuta extrajudicialmente a un grupo de opositores que dejaron testimonio audiovisual ante el mundo de que se habían rendido, y que ya acorralados y apresados fueron ejecutados a mansalva?

Más aún, ¿qué esperaba el presidente Medina de gente que incurrió en la ruindad de “revelar” que de esas reuniones que él encabezaba salió el chivateo que le dio pistas a su gobierno para ejecutar sumariamente al grupo de opositores liderados por el policía Oscar Pérez?

Que llegó al extremo de poner en entredicho la honorabilidad del presidente Medina, al “revelar” que disponía de la “copia” de un documento de supuesto entendimiento con la oposición, cuando se había establecido que sólo nuestro presidente tenía bajo su custodia el supuesto escrito.

Desde que el 1 de diciembre el gobierno Medina desplazó a Leonel Fernández para embarcarse en esas conversaciones, la dictadura Maduro incurrió en una serie de acciones demostrativas de que nunca estuvo en ánimo negociador y que sólo buscaban ganar un tiempo que se les terminará, más temprano que tarde, porque son un despropósito en el mundo actual.

Qué pena que existiendo entre los pueblos venezolano y dominicano tan profundos lazos de hermandad, el PLD haya tomado nuestro territorio como pasarela para que la dictadura venezolana exhibiera su comportamiento brutal y cínico, que es vergüenza y motivo de indignación para el mundo.

A los dominicanos nos sobran razones para dejar sentir nuestra indignación frente a los tantos abusos que comete su gobierno en contra del hermano pueblo de Venezuela… yo, aquí, expreso la mía.

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