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La “crónica del botón averiado” concluyó en lunes al atardecer. Cerca de las 3, pieza salvadora en mano, el “arreglatodo” emprendía la reparación. Charlábamos sobre lo ocurrido desde el sábado cuando me hizo una confesión intimidante: “Nunca antes había destapado una estufa” ¡Qué! No obstante aun confiaba en él, era persona decente y formal. Después de un rato se dispuso a entregarme la estufa “lista”. Probaba ante mí botones y hornillas cuando ocurrió el tercer evento: El aparato se incendió. No hubo heridos, el sobresalto se controló bien, afortunadamente. Bueno, 3 días antes tenía una estufa de 6 hornillas con una hormilla dañada. Ahora tenía ninguna ni microondas. Moraleja: Pretender perfección es riesgoso si no hay suficiente dinero para pagarla; lo barato infaliblemente sale caro.

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