De pesimismo y optimismo

En la búsqueda de una razón válida para entender la causa del pesimismo nacional en sectores de clase media, me propuse hace años un inventario de las noticias publicadas en los medios ese día.

En la búsqueda de una razón válida para entender la causa del pesimismo nacional en sectores de clase media, me propuse hace años un inventario de las noticias publicadas en los medios ese día.

Tomé uno de los periódicos de ese día y conté los titulares: Incautan 28 millones en casa de cambio; muere niño por dengue y van 41 en total; aseguran confiesa que mató a Micky; detienen cuatro sujetos agredieron a reporteros; apresan haitianos (en) Capotillo; matan hombre y su hija de un año en Cristo Rey; matan comerciante a tiros en Barahona; asaltan(en) Barahona a un guatemalteco; pide nombres ligados a narco; apresan cuatro y les ocupan coca; falleció ayer mujer baleada por su esposo; choferes bajan los pasajeros (que) no pagan alza; capturan (en) Higüey vinculan hombre con red narcos; decomisan marihuana; moradores de barrios protestan; apagones continúan castigo en Santiago (interrupciones pasan de 10 horas); ocupan marihuana en cárcel Barahona; fiscal ejecutará libertad ex militar apresado con 50 kilos de cocaína y favorecido con fianza; muere otro niño a causa dengue en el Reid Cabral: caso muerte niños en manos (de) Fiscalía; ocupan regional de salud y piden reponer médicos cancelados.

El panorama no es distinto hoy cuando se enciende la radio a cualquier hora del día o se ven los noticiarios de la televisión. Los dominicanos nos desayunamos con un barril de veneno informativo que le amarga la jornada a cualquiera. Con esa cotidiana realidad y las desalentadoras noticias provenientes del ámbito político, alimentadas con los aportes internacionales del terrorismo en el exterior y las extravagancias diarias del señor Maduro en Venezuela, uno está obligado a pensar que un país que aún así sonríe es en extremo optimista.

No hay otra manera de entender el carácter alegre y despreocupado de nuestros conciudadanos.

Posted in La columna de Miguel Guerrero

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