La idea de estudiar el arte y la literatura desde la cultura como expresión de la vida y el espíritu de un pueblo es importante por una comprensión del pensamiento latinoamericano desde nosotros mismos. Inspirado en el romanticismo, Andrés Bello invita a los poetas hispanoamericanos a poetizar nuestra naturaleza. Motivado por la fuerza de la propia personalidad, Martí invita a la creación y él mismo la practica con la más alta inspiración y belleza dando a su pueblo un paradigma de innovación y expresión propia. Henríquez Ureña nos invita a estudiar la historia de nuestra literatura y del arte como modos de expresión de las instituciones creadoras. Alejo Carpentier y Lezama Lima en la asociación de cultura y paisaje un motivo fundamental de la expresión de nuestra América. (…) En breve, si hemos de estudiar nuestro pensamiento latinoamericano y caribeño es desde las específicas circunstancias de tiempo y espacio en que se ha producido y que se refracta en miles de obras pictóricas, escultóricas, arquitectónicas y literarias. Carlos Rojas Osorio, Corrientes Estéticas Latinoamericanas. Un enfoque filosófico.[1]

En este viaje sobre libros, en el que aprendo más que ustedes, porque he de leer y resumir, sigo con este autor profundo y erudito que es Carlos Rojas Osorio. Aunque no abordé todos los acápites del libro Humanismo y soberanía. De Betances a Mari Brás, sí seleccioné todo lo relativo a Puerto Rico y su crisis identitaria que existe hoy y que tiene profundas raíces en su historia.

En esta oportunidad trabajaremos con otra obra: Corrientes estéticas latinoamericanas. Un enfoque filosófico. Este fabuloso trabajo es amplio, pero solo presentaremos algunos capítulos que se refieren al Caribe. Los seleccionados son los siguientes: “Estética del indigenismo y el indianismo”, “Estética en la República Dominicana” y “Ética y estética en Juan Bosch”.

Hay trabajos interesantísimos, pero nos llevaría mucho tiempo y queremos hacer las presentaciones de otros libros de autores dominicanos y del Caribe. Los invito a conocer los libros de este erudito del hermano Puerto Rico, una isla que hoy está triste y desolada, sometida al abandono de sus supuestos dueños, pero que su jefe, el Presidente de los Estados Unidos, condiciona la ayuda humanitaria a que el pueblo puertorriqueño pague la gran deuda que provocaron los políticos corruptos que asumieron las riendas de su “destino”, lo llevaron a la quiebra y pisotearon sus esperanzas.

Tengo muchos lazos con Puerto Rico. De niña fue mi primera visita fuera de República Dominicana. Historiadora ya, fui a la Universidad de Puerto Rico a impartir docencia en su programa doctoral y de maestría. Después he vuelto para vacacionar o participar en eventos académicos. En uno de esos encuentros conocí a Carlos Rojas Osorio.

Vamos ahora a iniciar la presentación. Inicia el autor el capítulo acerca de la “Estética del indigenismo y del indianismo”, hablando del José Carlos Mariátegui, quien afirmaba que la literatura llamada “indigenista” no ofrece una versión rigurosa y veraz del indio de América, pues lo idealiza. Esta corriente es más que una corriente literaria, es un movimiento ideológico que se expresa en la literatura, la política y social, estudiando al indio en el contexto de su propia problemática. Este movimiento es una reflexión criolla y mestiza sobre el indio, lo cual aporta una visión especial que no proviene de los indígenas mismos.

Por esta razón, Mariátegui plantea una visión alternativa que llama como “indianismo”, que plantea una nueva visión, donde los protagonistas son los propios indios. Pretende ser la expresión de las reivindicaciones y aspiraciones auténticamente indias. Somos dice Carlos Rojas Osorio:

El indianismo rechaza la integración la cual considera “etnocida” y promueve las nacionalidades indias. Las organizaciones indianistas cuestionan al Estado-Nación porque es responsable de tratar al indio como una población indiferenciada con la finalidad de que desaparezcan. El indianismo reclama una cultura india que cuanto más pura sea tanto mejor. Se insiste en recuperar y mantener viva las lenguas indígenas y, en consecuencia, un sistema educativo bicultural y bilingüe. La religión debe ser la de sus ancestros.[2]

Interesante visión. Crítica con la occidentalización de esos grupos sociales, donde no se reconoce sus individualidades. Después que Mariátegui escribió estos trabajos, el mundo ha cambiado.
Rigoberta Menchú, la líder guatemalteca que ha pasado su vida luchando por los derechos de los indígenas, colocó al indígena en la palestra internacional. Su lucha fue tan grande y trascendió tanto que en 1992 le fue otorgado el Premio Nobel de la Paz. Evo Morales, de Bolivia, llegó a la Presidencia de la República de un país profundamente dividido. Estos dos casos muestran que el discurso caló, aunque todavía siguen los problemas. Los países como México, Bolivia, Guatemala, Nicaragua, Brasil, Chile, para mencionar solo algunos, siguen con ese gran problema no resuelto durante siglos.

En nuestro caso, República Dominicana, el tema indígena dejó de ser un problema porque desde el siglo XVI no hay indios. Fueron exterminados a los pocos años de la llegada de los españoles. Nos queda el lamento de que en nuestra cultura solo quedan pequeños rastros de una cultura rica y tristemente desaparecida: tenemos el casabe, algunas palabras y algunos ritos. Prima en nuestra vida la simbiosis cultural de los negros que vinieron a trabajar en los ingenios en el siglo XV y en el siglo XX con los negros que llegaron desde las islas de barlovento para laborar en los campos de azúcar a principios del siglo XX. Y nos queda sobre todo la cultura española, que hoy está diluida con las influencias de la globalización. Un tema para seguir escribiendo, pensando, cuestionando y hacernos nuevas preguntas. Nuestro somos de hoy es una hermosa simbiosis de culturas y razas, aunque muchos se nieguen a reconocerlo. Hasta la próxima.
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[1] Carlos Rojas Osorio, Corrientes estéticas latinoamericanas. Un enfoque filosófico, San Juan, Puerto Rico, Ediciones Puerto Rico, 2014, pp. 9-10
[2] Ibidem, p. 109.

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