Por la situación política en Cuba a finales del siglo XIX, en momentos en que se gestaba la guerra de independencia de esa nación hermana, muchos médicos se trasladaban a nuestro país, por la cercanía, por el idioma y la similitud de nuestras costumbres y creencias.

Uno de esos médicos fue el Dr. Emilio Navarrete y Romay, quien llegó a la República Dominicana en el 1882, y se instaló en Santiago de los Caballeros. En febrero del 1884 el Dr. Navarrete fue autorizado a ejercer en Santiago de los Caballeros tras presentar su título de Dr. en medicina y cirugía de la Facultad de Medicina de París. En “el Eco del Pueblo en mayo del 1884, aparecía un anuncio que decía: “ Dr. Emilio Navarrete. Médico-Cirujano de la Facultad de París. Especialista en partos y enfermedades de los niños. Se ofrece al ilustrado público de esta ciudad en todo lo concerniente a su profesión. Consultas a cualquier hora del día o de la noche. Gratis para los pobres. Botica de la sucesión del Dr. Díaz, calle del Sol”. Luego ejerció en Montecristi, en donde fue muy apreciado por la población. Falleció en el 1890, víctima de tuberculosis. Fue asistido por su compatriota el Dr. Pedro Dobal, a quien dedicamos un artículo previamente.

Otro médico cubano muy importante fue el Dr. Raúl Fonts Sterling, también biografiado previamente. El Dr. Pagani Salicrup, quien ejerció en Santo Domingo, desde 1880. Según un anuncio del Listín Diario del 1891, el Dr. Salicrup, era especialista en enfermedades de las mujeres y partos, y ofrecía sus servicios en el Hotel Universo. De igual forma publicó un trabajo sobre filiariasis. También en Santo Domingo, en el 1895 ejerció el Dr. Ambrosio Valiente y del Monte, médico graduado en la Universidad de la Habana. El Dr. Miguel Brioso Bustillos vino de Cuba exiliado por cuestiones políticas y ejerció en San Cristóbal, y el Dr. Ramón de la Fuente, vino a nuestro país por motivos similares pero ejerció en Montecristi. En el 1896, recibió autorización para ejercer en el territorio nacional el Dr. Domingo Nuñez y Machín, quien ejerció en San Pedro de Macorís y visitaba el hospicio que manejaba el Padre Luciani. En ese mismo año ejercía en Santo Domingo el Dr. Ricardo Coronado, graduado de médico en la Universidad de la Habana, y quien recibió en julio del 1896, la autorización para ejercer en el país.

En Montecristi también en el 1896 ejerció el Dr. Carlos Castellanos Arteaga. El Dr. Castellanos, oriundo de Camaguey, fungía como representante de varias organizaciones que recaudaban fondos para enviar a Cuba. Ejerció brevemente en Haití y luego en Santiago de los Caballeros. En San Pedro de Macorís ejercía el Dr. Luis Germán Le Batard. En esa misma ciudad en el 1897 recibió autorización para ejercer el Dr. Florencio Villuendas.

El Dr. Ambrosio Grillo, con diploma de licenciado en medicina y cirugía de la Universidad de Madrid, ejerció en Santo Domingo, con gran éxito. Se especializaba en vías urinarias en las consultas de 12 del mediodía a 2 de la tarde y en enfermedades de los ojos, en consultas después de las siete de la tarde. Tenía consulta en la calle Consistorial número 21, y se dice que se hacían largas colas frente a su consultorio. En el 1899 publicó en el Listín Diario un artículo sobre “el agua de Seltz o agua gaseosa”, que causó mucho interés en la ciudadanía. También ejerció en Santo Domingo y luego en Montecristi por muchos años el Dr. Manuel Parejón. Quien era graduado de la Universidad de la Habana.

Posted in Cultura

Más de gente

Más leídas de gente

Las Más leídas