De Gene Sharp (sociólogo-politólogo) autor del ensayo -¿o manual?- “De la Dictadura a la Democracia”, entre otros textos, se ha dicho y levantado una series de imputaciones sobre su reputación académica, intelectual e ideológica que van desde viejos y manidos clichés: “pacifista”, “conspirador” hasta teórico-armador de “propaganda” y estrategias para derribar dictaduras e igual gobiernos democráticos “no aliados a EE.UU”. Sin embargo, la lectura de su ensayo, dista mucho de distanciarlo del clásico teórico-estratega que expone -sin disimulo- sus teorías y argumentaciones en el difícil campo de la política y el poder. Y ya sabemos -por Weber- que, “…quien se dedica a la política establece un pacto táctico con los poderes…”.

Cierto que su ensayo -1993- es un recetario teórico-práctico que pone en crucial disyuntiva a aquellos ciudadanos, organizaciones y demócratas que viven y padecen regímenes totalitarios o de aparente barniz democrático, para que reaccionen facilitándole un arsenal de recomendaciones, técnicas o “métodos no violentos” para derribarlos e instaurar democracia.

Un dato-tabla interesante -que registra- es una relación sucinta-comparativa –“según Freedom House”- de cómo de 1983 al 2012, el mundo, geográficamente hablando, vivió una dramática disminución de los regímenes totalitarios. Dicha tabla refleja que, por ejemplo: de 55 países libres que habían en 1983, para el 2012, ya eran 87; que de 76 países parcialmente libres que habían en 1983, para el 2012, ya habían 60 parcialmente libres; que de 64 países no libres en 1983, para el 2012, ya solo habían 48. Por supuesto, la tabla que introduce Sharp es mucho más ilustrativa.

Hay otro aspecto digno de mención del ensayo de Sharp: el que tiene que ver con “Los peligros de las Negociaciones” en el contexto de una dictadura. Al respecto establece que “cuando los asuntos por resolver son fundamentales porque afectan principios religiosos, problemas de libertad humana o todo el desarrollo futuro de la sociedad, las negociaciones no llevan a una solución satisfactoria para ambas partes”. Para más adelante recordar que: “A menudo Hitler llamó a la paz, pero lo que quería era el sometimiento a su voluntad” (págs.10 y 14, O. cit.-2012).

En contraposición, la opción favorita-recomendable por Sharp para derribar-desintegrar regímenes totalitarios es el concepto o principio político de “lucha democrática” que denomina -y no es suyo, sino de Roberto-Helvey- “El desafío político masivo” que “…a diferencia de la violencia, es el instrumento idóneo para negarle acceso al régimen a esas fuentes de poder”: el que nace de “la acción social” antecedida de una gran estrategia.

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