Los políticos están concentrados ahora en el destino del proyecto de ley de partidos. La atención está motivada en el hecho de que el elemento de discordia podría ser importante para decidir los posicionamientos para el futuro de los repartos de la torta pública.

Hay situaciones y hechos escandalosos que no parecen ocupar un lugar importante de sus agendas. Las denuncias sobre los salarios y beneficios repartidos en la Cámara de Cuentas ni siquiera ameritaron la atención debida en el Congreso. Por cierto, su informe sobre las estafas en la Oficina Metropolitana de Servicios de Autobuses (Omsa) le ha venido muy bien para salir del ojo del huracán.

En efecto, qué extraña la actitud del liderazgo político ante las revelaciones sobre la organización criminal que se instaló en la Omsa para disponer con facilidad de los bienes públicos. No sólo esquilmaron las finanzas, sino que en su afán por obrar bajo total impunidad cometieron un alevoso crimen.

De lo que hablamos es de un alarmante caso de corrupción… hasta el próximo destape. Todo eso pese a las plataformas implantadas en la administración pública para “evitar irregularidades” tan graves como las develadas en la Omsa. Ahora se admite debilidades de la ley de compras, cuando se ha venido resaltando sus virtudes para prevenir la corrupción. ¿Qué de la labor de la Comisión de Ética Gubernamental?

¿Cómo no pudieron darse cuenta de las irregularidades que incluyen compras directas sin contratos, procesos de declaración de urgencias irregulares, compras sin procesos de selección, contratación de servicios a empresas vinculadas a funcionarios de la Omsa; duplicidad en la reparación de autobuses en talleres externos, así como en el pago de las reparaciones de equipos de transporte, múltiples violaciones a la Ley 340-06 sobre Compras y Contrataciones Públicas?

Todo eso en las narices de los auditores de la Contraloría General de la República, a la cual le basta con declarar que la auditoría de la Cámara de Cuentas obvió la resolución 15-08 emitida por el Órgano Rector de las Compras Públicas, que autoriza “ciertos tipos de compras directas”.

Esto no inquieta al liderazgo político, más centrado en las cuotas de poder de mañana que en los graves problemas de hoy.

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