Cleptomanía, impulso obsesivo por robar

Recientemente, las redes se encendieron cuando se divulgó un video del año 2016 en el que fue sorprendida, presuntamente robando cremas en un supermercado,

Las personas diagnosticadas con este trastorno psiquiátrico sienten la necesidad de robar y obtienen una emoción intensa al hacerlo

Recientemente, las redes se encendieron cuando se divulgó un video del año 2016 en el que fue sorprendida, presuntamente robando cremas en un supermercado, la política española Cristina Cifuentes, lo que provocó que muchas personas se preguntaran: ¿cleptómana o ladrona?

Al igual que esta política, actrices de Hollywood como Winona Ryder, Amanda Bynes, Britney Spears, Lindsay Lohan, Megan Fox, entre otras, han sido sorprendidas echándose objetos en carteras y bolsillos, sin tener la necesidad de hacerlo, ya que éstas pueden permitirse todos los lujos que deseen.

Sin embargo, hay que tener claro que cleptómano no es sinónimo de ladrón, debido a que sus objetivos son completamente distintos. A diferencia de un ladrón que hurta objetos para beneficio personal, el cleptómano padece de una enfermedad mental en la que experimenta un impulso incontrolable por sustraerlos, que en la mayoría de los casos no tienen un valor monetario, explica la psiquiatra del Centro Vida y Familia, Rosanna Ramírez.

Un ladrón puede pasar horas, días e incluso años planeando un gran golpe: mientras que el cleptómano obedece generalmente a un impulso relativo en función del lugar y de la situación en que se encuentra. Es por ello que no comparten característica alguna con los ladrones “comunes” más allá del hecho de robar, ya que que no son capaces de premeditar o planificar sus hurtos, sencillamente lo hacen ocasionalmente. Además, es importante resaltar que muchos cleptómanos gozan de un buen estatus económico.

Y aunque en la mayoría de los casos sienten vergüenza por sus actos y presentan gran ansiedad mientras están robando, les embarga una sensación de tranquilidad después de hacerlo, dice Ramírez.

Este trastorno implica un deterioro personal, social y laboral por lo disruptiva que es la conducta y los conflictos que crea con las personas que le rodean. De hecho, las investigaciones científicas sugieren que en la cleptomanía hay aspectos neurofisiológicos implicados, tales como la carencia de neurotransmisores como la serotonina o la dopamina. Por lo tanto, en trastornos como este es indicada la prescripción de un tratamiento farmacológico acorde.

Entre los factores de riesgos más comunes para padecer el trastorno, Ramírez menciona los antecedentes hereditarios, trastornos obsesivos-compulsivos o tener problemas de adicción. “La edad para diagnosticar a un cleptómano es variable porque está relacionado con el inicio de la enfermedad, que puede presentarse en la niñez, adolescencia o en la edad adulta”.

De acuerdo con Ramírez, muchas personas con cleptomanía tienen miedo de buscar ayuda profesional o se sienten avergonzados. En este punto, señala que los familiares pueden ser de gran ayuda para el paciente, haciéndoles reconocer que tienen un problema y explicándoles las consecuencias de sus robos.

Según el DSM-IV, el criterio oficial para el diagnóstico de la cleptomanía son los siguientes:

•El individuo no puede controlar sus impulsos de robar algo que no tiene importancia.

•Luego de realizar el robo, el individuo siente placer, gratificación y alivio.

•Cuando va a perpetuar un robo, no lo planifica, simplemente ejecuta y la tensión en su cuerpo incrementa de manera considerable.

•El robo no es resultado de la expresión de algún tipo de sentimientos como el enojo o la ira, tampoco el de la ilusión ni de algo premeditado.

•El hurto no es reconocido ni relacionado con otros trastornos de la conducta ni mentales, como una personalidad anti-social, una fase maníaca o un episodio de depresión maníaca.

Según algunos estudios, este trastorno tiene prevalencia sobre las mujeres, ya que es un desorden más común en ellas que en los hombres y se estima que está presente en aproximadamente cerca del 5 % de las mujeres de cada sociedad (con variantes en algunas regiones).

Tratamiento

•Técnicas de relajación y respiración para controlar los sentimientos de ansiedad anticipatoria.

•Técnicas cognitivas que ayuden a controlar los pensamientos recurrentes asociados a la conducta de robar. Se utilizarán estrategias como la detención del pensamiento.

•Técnicas conductuales. Aprender a estar en lugares que incitan a la acción sin llevarla a cabo. Se utilizará, por ejemplo, la desensibilización sistemática, exposición con prevención de respuesta, etc…

•Técnicas de comunicación para que el sujeto aprenda a expresar de forma positiva y constructiva la tensión interna. Mejorando las habilidades sociales si es necesario y la cantidad de apoyo externo que recibe.

•Fármacos: por ejemplo antidepresivos (controlan los niveles de serotonina que regulan la conducta impulsiva), estabilizadores del estado de ánimo (si las fluctuaciones anímicas influyen en los episodios de robo), anticonvulsivos, naltrexona (bloquea la parte encargada de hacernos sentir placer con conductas adictivas).

Una de las terapias más efectivas utilizada en este trastorno es la terapia cognitivo-conductual que debe incluir: sensibilización encubierta (la persona se imagina la situación del robo y los sentimientos de culpa posteriores), terapia de aversión (como por ejemplo contener la respiración hasta sentirse incómoda cuando aparece el impulso de robar), desensibilización sistemática (se entrena en el control de la situación aplicando técnicas de relajación, primero en imaginación, luego en situaciones reales).

Padecimiento
Quienes padecen este trastorno tienen pensamientos recurrentes de intrusión, sensación de impotencia que les empuja a perpetrar el hurto y un sentimiento de liberación de presión y de cierta euforia después de haber cometido el robo.

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