Es bien sabido que el agua que golpea la roca sistemáticamente excede en fuerza al drástico pero desamparado golpe del martillo. De modo que la determinación del agua que choca es más tenaz que la de la roca que resiste, que todo el peso de la lucha se concentra en el pulso del tiempo. Una mente conquistadora tiene visuales expansivas en los territorios del tiempo que se reaniman en los balcones de la esperanza. La determinación mantiene vivo al propósito que busca la conquista, la fe lo mantiene robusto y la oración victorioso. La determinación requiere perfecta dirección, pues mucha intensidad en la dirección equivocada es obsesión. La palabra de Dios entrega el vector de acción adecuado para caminar indetenibles demostrando que un corazón enfocado aventaja a una mente diligente.

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