El establecimiento de relaciones diplomáticas de República Dominicana con la República Popular China puede hacer pensar que somos importantes, que estamos en el mapamundi como miembros de la aldea global.

Sorprendió la reacción de la administración de Taiwán después del rompimiento de los vínculos, y posteriormente, cuando la agencia Efe de España dijo que una fuente autorizada del Departamento de Estado de Estados Unidos había expresado desazón por la decisión dominicana.

La versión de la agencia no era clara. Ahora se entiende. La idea de desestabilización estaba dirigida al Sudeste asiático. Algo raro. De todas formas, el apoyo que generó la medida en los sectores productivos, sociales y políticos dominicanos, atenuó el efecto de la versión atribuida al Departamento de Estado.

Ahora, es el encargado de negocios de la embajada de Estados Unidos Robert Copley quien sorprende. Tras reunirse con el presidente Danilo Medina en el Palacio Nacional, declaró que a su nación no le gustó la manera ni el momento en que ocurrió el establecimiento de esas relaciones.

“El momento” está relacionado con la “tensión” en el estrecho de Taiwán. La pérdida por Taiwán de un aliado como República Dominicana, según la interpretación norteamericana, debilita su posición frente a China continental.

A Estados Unidos le preocupa República Dominicana. Eso es bueno. Es nuestro principal socio comercial con una relación de larga data.

La advertencia sobre riesgos medioambientales, las “amenazas” a los derechos laborales y a las comunidades locales, por potenciales inversiones directas chinas habría que confrontarlas con la realidad.

No hay que irritarse demasiado por esas expresiones. Satisface que las preocupaciones norteamericanas no lleguen a afectar la calidad de las relaciones bilaterales.

La República Dominicana es un Estado soberano, amigo de los Estados Unidos, con derecho a establecer relaciones con cualquier país del mundo. China Popular es simplemente una oportunidad en materia de inversiones y negocios.

Claro, hay que ser inteligente ante China, lo mismo que ante Estados Unidos o cualquier otra nación.

Es evidente que estamos ante una clara interferencia en los asuntos nacionales. Se entiende, pero no se atiende. China ayer emitió un firme rechazo a la declaración de Copley.

Parece que somos más que un puntito en el Caribe.

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