Parturientas pobres

María Teresa Morel nos habla hoy de un estudio realizado por la médica sonografista e investigadora del Centro de Estudios de Género del Instituto Tecnológico de Santo Domingo (Intec), Sheila Báez

María Teresa Morel nos habla hoy de un estudio realizado por la médica sonografista e investigadora del Centro de Estudios de Género del Instituto Tecnológico de Santo Domingo (Intec), Sheila Báez, de seis casos de muertes maternas en un hospital regional de tercer nivel, en base a la revisión de expedientes de mortalidad, observación directa, entrevistas a usuarias, familiares y sus parejas, así como grupos focales, durante enero de 2013 y octubre de 2014.

La investigación revela que “las gestantes se exponen a diversas manifestaciones de negligencia, violencia obstétrica, postergación o delegación de la atención y falta de seguimiento y acompañamiento por parte del personal de salud antes y durante la labor de parto que impiden identificar oportunamente las situaciones de riesgo que pudieran comprometer sus vidas y la de sus bebés”.

Las mujeres embarazadas y victimizadas durante el parto provienen todas de segmentos empobrecidos de la población, con escaso acceso al conocimiento. Ciudadanas de la marginalidad.

Los seis casos estudiados permitieron establecer el vínculo de su realidad con el tratamiento que reciben en el centro, que tiende a agravar el estado de las pacientes.

Lo contado por cada parturienta devela la relación que establecen los profesionales de la salud con esas pacientes carenciadas, desde la consulta hasta la mala hora que para ellas representa el parto.

Falta de insumos de todo tipo, simples o complejos. Y lo peor, la falta de humanidad de quienes tienen el deber de brindarles atenciones de calidad. Es inevitable pensar en la parturienta desatendida o mal atendida antes y durante el parto.

La angustia de saberse abandonada, como si estuviese viendo su propia muerte, cuando su apuesta fue por la vida.

Una investigación como la de Sheila Báez de INTEC es una convocatoria al servicio público de salud a redimensionar la partería, y especialmente, a pensar en el entorno en que viven las mujeres que paren en los hospitales públicos.

No está demás decir que si el costo de la atención a esas parturientas resulta muy alto para el valioso tiempo de los médicos, la incorporación de parteras o acompañantes profesionales ayudaría a humanizar el servicio.

De todas formas, hay que hacer algo.

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