Los datos no dejan mentir: el problema migratorio ha explosionado. En el 2017, habían 848,000 inmigrantes, entre los cuales habían 237,000 descendientes. Estos datos ponen de ridículo a quienes aducen que se trata realmente de un problema de “percepción” y confirma la convicción del 80% de los dominicanos, quienes piensan que la inmigracion es un problema grave. Quienes argumentan que es un problema de “percepción” alimentan la inmigración, pues argumentan que no son tantos como parecen, por lo que tenemos cabida para cientos de miles más.

Otros argumentan que el grave problema migratorio se debe a que los dominicanos no desean trabajar. Se podría pensar, en primer lugar, que semejante respuesta se debe a que habitamos en un pujante país, donde trabajamos en el desarrollo tecnológico de trenes de levitación magnética, de tomógrafos de baja radiación, etc. Siendo así, nuestros trabajadores ceden felices a los inmigrantes los trabajos de baja calificación. Aunque hemos exagerado para demostrar la ridiculez de todo esto, lo cierto es que aquí hay muchas personas que al referirse al tema hablan como si viviéramos en la Alemania de Ángela Merkel, y no en el país de La Ciénega, Vietnan, Ojo Quemao, el “Ollo,” etc.

Otra respuesta que se inscribe en la misma línea es que los dominicanos somos un país de vagos y holgazanes. Dada nuestra exquisita hipocresía social, semejante argumento se expresa a nivel privado. No puede ser de otra manera, pues imaginemos que un periodista de la televisión dijera a su audiencia: “Ya que Uds. están de vagos en sus casas, por lo menos vean mi programa completo.” O que un político explique las raíces del problema de la siguiente manera: “Lo que pasa es que este es un maldito país de vagos.”

Todo lo anterior resulta sumamente doloroso. Refleja una insensibilidad, y lo que es peor, una ignorancia supina. Un 35 % de nuestra juventud está desempleada, con pocas perspectivas de salir de la pobreza. Esta juventud tiene un desempleo “estructural” o de larga duración, que de acuerdo a estudios españoles produce estragos sicológicos: sentimientos de vergüenza, de culpa, de fracaso personal y de bajísima autoestima. En nuestro país, semejante cuadro conduce a muchos jóvenes por el sendero de las drogas, del creciente problema de las pandillas, y de la criminalidad, alimentada por una rabia y un resentimiento que la harán cada día más violenta. Aquellos que debido a su incultura argumentan que “no quieren trabajar” pasan por alto que hemos hecho un trabajo de demolición social. Pero no todo está perdido: podemos rescatar a muchos jóvenes dándoles un primer empleo. No será facil, pues le hemos hecho un gravísimo daño a nuestra sociedad. Debemos, pues, implementar planes sociales para poner a los dominicanos primero al momento de dar empleos.

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